Carlos Freer, cineasta
cfreervalle@gmail.com

         

Uno no logra entender cómo, si en algunas encuestas de carácter internacional, nos catalogan a los ticos como “los más felices del mundo”, nos comportamos de manera tan delincuencial cuando celebramos algunas “tradiciones”, como la quema de Judas, en Sábado Santo.

Una cosa es que queramos quemar simbólicamente al que traicionó a Cristo y otra que queramos incendiar barriadas y a cuanto cristiano se nos ponga por delante.

Y ni qué decir de esos cazadores, que se dedican a quemar bosques y sitios ecológicamente tan valiosos como los humedales de Caño Negro. Recuerdo que especímenes como esos nos dejaron también sin la casona de Santa Rosa, hace algunos años.

Otra muestra de esa felicidad fue el concierto del popular Fito Páez –en el recientemente terminado FIA– en el que los asistentes dejaron La Sabana convertida en una verdadera calamidad de daños y basura. ¿Y qué me dicen de la bronca en el “clásico”, en donde se reventaron bombas de dinamita de bastante poder y se incendiaron los túneles circundantes a la cancha? ¿O del tremebundo zafarrancho en Guápiles, donde le ganaron al Cartaginés a última hora?

Ni qué decir de los “alzamientos” en Pavas, cada vez que la Policía intenta llegar por allí. Y algo sumamente preocupante: ¿han visto que cuanto decepcionado en al amor aparece intenta matar, ya no sólo a su pareja, sino que la emprende contra hijos inocentes y otros familiares?

¿Cómo se comportarán los pueblos tristes?