Alexander Aguilar
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El domingo, en el estadio Ebal Rodríguez, hubo patadas, puñetazos, portones que fueron abiertos a la fuerza, pedradas, invasión de aficionados a la gramilla y un bochorno enorme. Pero el reducto guapileño no fue suspendido.

El Santos, como administrador del partido, recibió una multa económica de ¢403.000 por el lanzamiento de objetos, por invasión de aficionados al terreno de juego y por poner en peligro la integridad física de los actores en la cancha. Pero, el estadio como tal salió ileso de semejante desorden.

“No tenía una prevención y según el reglamento, tiene que existir la advertencia para poder vetar la cancha. No existe el veto directamente”, indica Carlos Quesada, presidente del Tribunal Disciplinario de la Unión Nacional de Fútbol (UNAFUT).

Un vacío reglamentario enorme que deberá ser llenado a la brevedad, para evitar situaciones similares en el futuro, según comenta el periodista Kristian Mora, quien es director de Deportivas Columbia.

“Me parece que es otro fallo del reglamento. No se puede decir que solo se advierte y que por eso no hay sanción a la cancha. Ese reglamento no tiene lógica. Aunque sea la primera vez, por los hechos tan graves que se dieron, debe haber suspensión del estadio. No hay sentido común”.

El mismo Carlos Quesada asegura que “todos los reglamentos se pueden mejorar. El propósito es que siempre que se encuentren defectos, se propongan soluciones”. El dirigente destaca que “en términos generales hay sanciones muy débiles y otras muy fuertes, como las que se aplicaron”.

Violencia sin freno

1 Puntarenas. En el partido contra San Carlos hubo lanzamiento de objetos y el “Lito” Pérez fue castigado un partido.

2 Alajuela. En el último clásico la afición de uno y otro equipo ingresó con pólvora. En el sector norte hubo un conato de incendio.

3 Guápiles. Golpes entre jugadores y aficionados de ambos equipos generaron una guerra campal, como hacía tiempo no se veía.