Madrid, España / Tomada de elmundo.es.- Vicky Harrison se suicidó a los 21 años, después de ser rechazada en más de 200 entrevistas de trabajo. La joven británica se quitó la vida con una sobredosis de pastillas tras buscar empleo durante más de dos años. Dejó una nota: “No quiero seguir siendo yo misma”.
Sin embargo, Vicky lo tenía todo para ser feliz. Era una “joven de sobresaliente”, divertida y guapa. Su novio, Nathan, al que dejó ese escueto, pero demoledor epitafio, aún no cree que ella ya no esté.
La madre de la muchacha, Louise, de 43 años, explica que Vicky era una niña brillante e inteligente que se deprimió al no poder encontrar trabajo. Estar así durante tanto tiempo le parecía humillante y no pudo aguantar más.
“Por favor, no estén tristes. No es culpa de ustedes. Quiero que todo el mundo sea feliz”, decía en otra carta que dejó a sus padres".
Sentía que no tenía futuro
Vicky quería ser productora de televisión. Tras graduarse con buenas calificaciones en el instituto, estudió Imagen y Sonido en la Universidad de Londres durante un año, pero abandonó los estudios para ponerse a trabajar y ahí empezó su calvario.
“Envió su currículo a centenares de ofertas. Al principio relacionadas con sus estudios y luego de cualquier cosa que le reportara algún ingreso: dependienta, camarera, reponedor de estanterías, ayudante de comedores escolares, hamburgueserías... Pero siempre obtenía la misma respuesta: ‘No’”.
“Sufrió tantos rechazos que su confianza quedó afectada (...) Se sentía humillada por no encontrar trabajo. Sentía que no tenía futuro”, relata su padre Tony que horas antes, había leído una carta en la que la rechazaban para trabajar en una guardería.
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