Yensy Aguilar Arroyo
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“Desde que pasó el terremoto (el 12 de enero), dormimos en la acera de la casa y pasamos frío, porque tememos que vuelva a temblar y se nos caiga la casa encima”.
Así es como vive Jorge Antonio Mora, un tico que tiene más de dos años de residir en Haití. El nacional está en Puerto Miragoane, una comunidad localizada a 90 kilómetros de Puerto Príncipe.
Mora llegó allá cuando la embarcación para la que trabajaba lo abandonó.
Al Día logró conversar con el costarricense ayer por la tarde y comentó que no tiene dinero para regresar al país con su familia.
“Tengo una compañera llamada Nicole y dos hijos, Jorge Antonio de dos años y Rihanna, de siete meses. Afortunadamente todos estamos vivos”, explicó.
Les falta la comida
Desde el día del terremoto, la vida para este costarricense y su familia se ha vuelto más difícil. Jorge es marinero y en este momento está desempleado, debido a que su visa se le venció desde el año anterior.
“Mi cuñado a veces me ayuda con arroz y es que actualmente, solo podemos comer una vez al día y lo que sobra lo guardamos”, dijo el hombre de Turrialba.
Además, el agua escasea en la zona y sus pequeños tienen gripe y diarrea y él no cuenta con los recursos económicos para comprar medicamentos.
En el lugar hay un grupo de médicos cubanos que están colaborando con la atención de los haitianos. Ellos les han dado antibióticos para los niños, pero cada día cuesta más conseguirlos.
“Anhelo regresar a Costa Rica, pero no tengo los medios para hacerlo. Quisiera que las Cancillería me ayude, porque temo por la vida de mis bebés”, aseguró.
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