Washington, EE. UU./AFP y EFE.- Largas avenidas desiertas donde soplan vientos fríos, comercios y oficinas cerradas, transportes sin funcionar: la capital de la primera potencia mundial lleva ya cuatro días paralizada por una tempestad que ha dejado un volumen de nieve nunca antes visto.

Con palas y máquinas, funcionarios de limpieza hacían ayer lo posible para sacar la nieve de los frentes de edificios de oficinas y hoteles. Todo en vano: la continua nevada –a la que se suma el viento frío– recubría al instante cada pedazo de vereda despejado.

La alerta emitida por el Servicio Nacional de Meteorología afecta, además de la capital, a Nueva York, donde se han suspendido las clases, Filadelfia, Maryland, Newark, Atlantic City y Delaware, entre otras ciudades.

En Baltimore, las autoridades prohibieron conducir a sus ciudadanos, salvo que se trate de una situación de emergencia.

Un metro de nieve

El principal problema lo padece Washington, que arrastra casi un metro de nieve tras la tormenta del fin de semana pasado y que hoy, sufre el cuarto día de paralización total, sin escuelas, vuelos ni actividad empresarial.

Las oficinas del Gobierno Federal suspendieron sus labores normales y tanto la Casa Blanca como en el departamento de Estado y otras agencias federales, cancelaron sus ruedas de prensa.

Pero para frenar a Rob, de 31 años, se necesita más. El financiero se dirige a su trabajo corriendo por la calzada completamente nevada. “No tengo opción. Si miran lo que sucedió el año pasado, las personas que tienen la suerte de tener un trabajo deben correr”, comenta al tiempo que viste una gabardina y un gorro que le tapa hasta la nariz.

Dos calles más lejos, inmovilizada en un hotel, Ana Rendon, una colombiana que trabaja en el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), saca la punta de la nariz a través de la puerta giratoria para tomar una foto.

“Es terrible. Me acabo de enterar de que mi vuelo para regresar a Colombia fue anulado. Tendré que pasar la noche aquí”, dice.

También el Congreso se vio obligado a cerrar y postergar varias audiencias que podrían quedar retrasadas quizá, durante más de diez días.

Mientras, los equipos quitanieves que limpiaban las carreteras tuvieron que desistir, debido a la baja visibilidad y los vientos de 75 kilómetros por hora.