Roxana Zúñiga Quesada, periodista
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Pasó la contienda electoral y retornamos a la rutina. Como canta, magistralmente, Serrat “vuelve el pobre a su pobreza, vuelve el rico a su riqueza y el señor cura a su iglesia, vamos subiendo la cuesta que en el pueblo se acabó la fiesta…”.

Una elección que arrancó fría, como mañana invernal en el Polo Norte, pero que en la última semana aglutinó unos rayitos de sol para calentar las calles, las redes sociales y los programas de radio, televisión y periódicos.

Ejemplar la organización de los comicios y el comportamiento maduro y sensato del pueblo costarricense. Un producto para la exportación que se agrega al lema por el que nos conoce el mundo: Pura Vida.

Digna de alabar la actitud de la primera Presidenta al asumir su amplio triunfo con mesura y sin revanchismos, pese a que los dos principales contrincantes la ofendieron personal y profesionalmente con dureza.

Los montajes fotográficos por Internet y algunos “sesudos” anuncios propagandísticos deberían exponerse en un salón del Museo de la Infamia.

Ahora a trabajar. La escogencia de las personas que la acompañarán en este tren gubernamental nos ofrecerá una pincelada de su estrategia y visión de estadista. Además, nos contará de qué está hecha esta fémina de 50 años que se aseguró una página en los libros de historia de Costa Rica hasta que suenen las trompetas del Juicio Final.

De Bernarda Vásquez, la primera mujer que votó en 1950, a Laura Chinchilla transcurrieron 60 años. Ojalá la espera germine en buen fruto.