Rodolfo Martín
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De pronto, oyó un fuerte ruido y casi, de manera simultánea, otro similar al de un vidrio al quebrarse.
Así comenzó a escribirse la pesadilla de la doctora Ligia María Chaverri Oreamuno, la noche del 22 de mayo del 2008, cuando un hombre, de apellido Kelch, francotirador, exmiembro de la marina de los Estados Unidos, disparó e hirió de muerte a su pareja, Harlen Diederich Fonseca Reyes, también médico, de 28 años, mientras veían televisión en la cocina de su casa en Moravia.
Kelch, oriundo de la ciudad de Nueva York y, presuntamente, dueño de una casa de apuestas en el Mall San Pedro, ya había disparado contra la casa de un vecino, según los testigos.
Nos disparan...
“Pensé que era el hornito pero, escuché otro ruido y supe que era un balazo... otro balazo”, narró Chaverri ayer ante el Tribunal del II Circuito.
“¡ Nos están disparando... nos están disparando! Y entonces, lo vi a él sentado en la silla, con los brazos a un lado, y la cabeza hacia el frente!”, dijo.
En su relato, bajo llanto, Chaverri añadió: “Me levanté de la silla, lo abracé y cuando le puse la mano en la cabeza lo que sentí fue un hueco... y el cerebro. Creí que estaba muerto y grité: ¡me lo mataron... me lo mataron!”
Añadió que en ese momento, llegó su padre, también médico, y comenzó a darle los primeros auxilios, pero volvieron a oír de nuevo los tiros.
“Mi papá me dijo que nos tiráramos al suelo porque nos disparaban”, recordó.
Dijo que los vecinos llamaron al 911 porque “de todos lados se oían los disparos y mis gritos de terror ”.
Ella y su padre intentaban parar el sangrado, pero dentro de un estado de impotencia por la gravedad de la lesión.
“Uno como médico reflexionaba acerca de que iba a morir por la lesión cerebral, lo cual era un daño irreversible”.
Al mismo tiempo “respiraba con dificultad, el sangrado era profundo”.
Al llegar los paramédicos lo único que acató a suplicarles fue: “¡ayúdenme porque se me está muriendo!”.
Ella acompañó a los paramédicos al hospital Calderón Guardia en donde Fonseca Reyes murió minutos después.
Partir de cero
A partir de esa noche su vida y, la de la pequeña Lucía –una niña de cuatro años, hija de ambos– cambió radicalmente.
“Tuve que comenzar a planear mi vida a partir de cero”, dijo.
Minutos antes del hecho, ambos estuvieron llenando los documentos para matricularla en el kínder.
“Al día siguiente, cuando volví a la casa de la morgue, tuve que decirle a mi hija que a su papito no lo volvería a ver ni a oir más porque estaba muerto y se había convertido en un angelito que desde el cielo la iba cuidar”, agregó.
El ingreso al kínder se pospuso porque estaba cerca el día del padre y ella desconocía cómo reaccionaría su hija con la fiesta que tendrían sus compañeros.
Al año siguiente Lucía, al igual que sus compañeritos, hizo su propio regalo del padre, el cual aún está envuelto y guardado porque dijo no tener papá a quien dárselo. Le ha pedido “un papá nuevo porque yo no tengo”.
La defensora Miriam Bedoya argumenta que Kelch sufre trastornos mentales y así lo confirmaron las pericias forenses.
Un muchacho lleno de Dios
Era el mayor de la pareja de hijos que tuvieron Harlen Fonseca y Yadira Rojas. Nació y creció en puerto Limón.
Ahí asistió a la escuela y colegio privado Caribean School donde cursó hasta el IV año.
Harlen Diederic, se pasó luego al Colegio Científico de Cartago, donde obtuvo el Bachillerato de honor. Luego ingresó a la Universidad de Costa Rica, se graduó de médico y regresó a Limón donde trabajó en el hospital Tony Facio.
Entre otras asignaciones fue responsable de la lucha contra el dengue en esa provincia.
El joven médico, quien hablaba perfectamente italiano e inglés, regresó a trabajar a San José para tener la opción de hacer su especialidad en Ginecología, informó su padre un exempleado de la Compañía Standart.
Lo asesinaron a los 28 años y a un mes de comenzar los nuevos estudios. Al terminar la especialidad, comenzaría a estudiar mandarín a tiempo completo. “Siempre estuvo muy lleno del Señor.
Nos había anunciado que, a partir del 2015, se entregaría a su servicio, porque estaba esperanzado en convertirse en predicador”, expresó ayer su padre quien, junto a su esposa, integran el grupo de renovación carismática en Limón.
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