Noche de las pulgas - Ovación - Al Día, Costa Rica: deportes, noticias, sucesos

Messi no anotó en Sudáfrica, goles que le llegaron ayer en Panamá. La Prensa de Panamá
Estos aficionados ticos, vestidos con la camiseta de la Liga se deleitaron con el talento y los tres goles de Lionel Messi.
Los 35 mil aficionados que abarrotaron el Rommel Fernández, estallaron en júbilo con la presencia de tantas figuras.
Cada vez que la “Pulga” tocaba el balón, una ovación se escuchaba en coro en las graderías.

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Panamá.- Nunca vi tantos Messis juntos. Messis grandes, Messis pequeños, Messis camino al estadio, en los baños del estadio, en las gradas, en los pasillos. Messis morenos, Messis rubios, chicas Messi, en la albiceleste o la azulgrana, todos Messis.

En la cancha había otro, con el “10” en la espalda, el alma de niño, la pelota en los pies, la gambeta fácil, la sonrisa discreta, la ovación encima en cada jugada por simple que fuera, autor de tres goles, capaz de llenar un Rommel Fernández con 35 mil aficionados, de convocar recién llegados del Mundial y ex figuras de renombre.

“Messi y sus Amigos contra el Resto del Mundo”: el holandés Davids parecía sacado de aquel anuncio de Nike, aún con sus trenzas largas, los infaltables lentes y esa voracidad para comerse el terreno; Cafú no ha olvidado el trillo por toda la banda derecha, a Morientes aún le queda bien la casaca “9”.

Entre tanto los brasileños Lucio y Juan parecían un abuso en el fondo de la zaga (aunque jugar de vivo le costó a Lucio un gol en contra que luego debió enmedar con uno a favor), Gabriel Milito y el “pana” Blas Pérez, quien se dio el lujo de cerrar su tripleta con un golazo de chilena, también abombaron la red.

Nunca antes vi tantos Messis juntos como en el festejo del segundo gol de sus “Amigos”. Messis panameños, ticos como ningunos, guatemaltecos, hondureños, colombianos, argentinos, llenando las gradas, hondeando la banderas de sus países, celebrando esa anotación que todos esperaban, la del “pibe” de 23 años, llamado “Lio” de cariño, recién llegado de Sudáfrica sin la anotación que medio mundo le deseaba, el gol anunciado por los altavoces anoche desde los primeros minutos del juego. “¡Se acerca el gol de Messi!”, repetía una y otra vez el animador. A nadie le importó que estuviera hasta la cocina cuando la profecía se hizo gol. Nadie recordó entonces la ausencia del anunciado Forlán. Nadie sufrió entonces la ropa mojada por la lluvia, tampoco el fútbol trabado de dos equipos improvisados, que en otras circunstancias hubiese sido decepcionante. Esta vez no. La noche de las pulgas estaba completa.