Antonio Alfaro
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¿Qué esperaban del Mundial? ¿Que todos los juegos terminaran en goleada, que Messi se bailará a medio mundo, incluido el portero, que Cristiano la metiera de chilena sin despeinarse (bueno, es posible, con un poco de gel y toda su vanidad), que Xavi, Iniesta y compañía dejaran la bola del tamaño de una pelota de golf, toda gastada de tanto tome y deme? ¿Qué esperaban? ¿Qué con la tecnología 3D cayera en la sala de su casa una Jabulani salida del televisor?

Yo sigo creyendo –hoy más que ayer– que el torneo no está tan malo como muchos dicen. Los últimos partidos, de buen ver, parecen confirmar que en los primeros duelos imperó la lógica cautela, la entrada en escena, la puesta en punto. Si así fuera, se tiene que poner cada día mejor, sin llegar –por supuesto– al Mundial que uno de estos días describió un creativo y anónimo correo electrónico titulado: “Si el Mundial fuera en Costa Rica”.

Decía: si el Mundial fuera en Costa Rica, María José Castillo cantaría la canción oficial, Óscar Arias habría pedido la presidencia prestada para inaugurarlo, Edgar Silva y Mauricio Hoffman serían los maestros de ceremonia, el Chirriche y el Malacrianza las mascotas, el 95 por ciento de las entradas estarían en manos de revendedores, se hubiera andado en carreras arreglando la platina...

Ya que tan simpático Mundial no existe, al que estamos viendo no le pido demasiado, sólo fútbol.