Carlos Freer, cineasta
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Doña Hillary Clinton vino y no quiso referirse a la ayuda para combatir el narcotráfico. Por lo tanto, me parece que viene a cuento que, en reiteradas ocasiones, el presidente Óscar Arias ha afirmado que los latinoamericanos nos quejamos en demasía del papel negativo que Estados Unidos ha jugado históricamente en la economía y la política de nuestros países.
Afirma don Óscar, en algunos casos con razón, que si los latinoamericanos nos dedicáramos a ver las causas reales de nuestros problemas, los acometemos con decisión y nos ponemos a trabajar en serio, más cerca estaremos de solucionarlos.
Algo parecido ocurre con los Estados Unidos, pero al revés. En el asunto del tráfico, venta y distribución de drogas, ese país casi lo único que ha hecho es echarnos la culpa a nosotros de ese tremebundo problema.
Pero óigase bien: en el 2007, más de 35 millones de personas consumieron drogas en EE. UU. Y se calcula en millones anuales quienes, a partir de los 12 años de edad, empiezan el consumo. Según la Oficina Nacional de Drogas de ese país, los estadounidenses gastan 65 mil millones de dólares al año en drogas. Entre 27 mil y 48 mil millones de dólares, se re-inyectan en su economía. Unos 11 mil laboratorios producen parte de las drogas sintéticas que ellos consumen.
Me pregunto dónde estará el mayor mal, ¿aquí o allá?, “¿O cuál es más de culpar, aunque cualquiera mal haga: la que peca por la paga o el que paga por pecar?”
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