Angie López Arias, colaboradora
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El dolor no se irá nunca del corazón de los familiares del joven predicador Melvin Soto Peralta, pero al menos se apaciguó con la condena de 30 años que deberá descontar su homicida.

Danny Esteban Castro Castillo fue condenado ayer a pasar tres décadas en prisión por el delito de homicidio calificado contra Melvin Soto, según la sentencia.

El Tribunal también le impuso a Castro pagar ¢106 millones como acción civil resarcitoria por el daño económico y moral causado a la familia.

El imputado estalló en cólera antes de escuchar el final del fallo e insultó a los jueces Álvaro Córdoba, Ana Cecilia Carballo y Fernando Chacón por lo que fue sacado de la sala de juicio.

“Usted va a tener que dar cuentas a Dios por esto, tengo mi conciencia tranquila, no soy culpable de nada, se va a tener que tragar sus palabras (...)”, gritaba mientras era retirado del recinto.

La semana anterior, el acusado escapó de los custodios y agredió al fiscal Róger Solís, por ello el juez Córdoba, al comienzo de la sesión le advirtió que mantuviera la cordura, pero no lo cumplió.

La condena se basó en varios aspectos, sobre todo en la actitud fría y desalmada de Castro.

“Los jueces consideramos que si bien no tiene antecedentes penales y es joven, presenta una personalidad fría y de gran desprecio por la vida humana, tal es así que sabía que Melvin era predicador y sabía que era una persona que no se metía con nadie, pero aún así no le tembló la mano para dispararle”, explicó el juez Córdoba.

El 16 de marzo de 2009, en Tejarcillos de Alajuelita, Castro disparó dos veces contra el predicador para intentar robarle.

Con dolor, pero satisfechos

A pesar del dolor que embarga a los parientes de Melvin Soto Peralta, la familia estaba satisfecha con la sentencia. “La condena la recibimos con tranquilidad, con paz. Hoy se hizo justicia”, dijo Juan Carlos Sandoval Soto, tío de la víctima.

Sandoval manifestó que durante este año el sufrimiento vivido es inexplicable pues en un acto de delincuencia le mataron más que a un sobrino, a un hijo.

“Era como un hijo y pude difrutarlo como tal hasta el último día. Formamos a un buen hombre y eso quedó demostrado en los Tribunales”.