Antonio Alfaro
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¿Quiere ver a Jesús? No el Jesús clavado en el templo de su barrio, ahí en el altar, de yeso, de madera o fibra de vidrio.

Tampoco me refiero al Jesús de Nazareth de la inmortal película, interpretado por el actor inglés Robert Powell, el de los ojos celestes, mirada penetrante, nariz respingada, rostro huesudo y magistral interpretación, al que podemos imaginar fácilmente en pasajes como el sermón de la montaña, la última cena y ni qué decir la crucifixión, en especial cuando mira al cielo y exclama: “¡Padre, por qué me has abandonado!”.

No hablo del actor de 33 años –hoy con 66– al que tenemos como inevitable imagen de Jesús, luego de tantos años disfrutando, evitando, echándole un vistazo de pasadita al filme del italiano Franco Zefirelli, exhibido por los siglos de los siglos desde 1977. Hablo de un Jesús con diferentes rostros, edades, color de ojos, con pelo largo y pelo corto; un Jesús hombre, mujer, niño. Mírelo en ese que llaman prójimo, en el mendigo, en su madre, en su hermano, en el sacerdote, en el drogadicto o en la cajera del supermercado.

Encuéntrelo en los demás; a lo mejor alguien lo ve en usted.

Le sucedió a aquel hombre de negocios, en carreras de aeropuerto, en medio de un tumulto que iba y venía, el único que se detuvo en su prisa y tendió una mano a la niña vendedora, cuyas manzanas cayeron desparramadas por el piso.

Ella, ciega y sin saber quién le había ayudado, agradecida preguntó: Señor, ¿es usted Jesús?