Vera Solís, cuñada de Inés María Ureña Mora, de 18 años, una de las 20 víctimas mortales, recordó a la muchacha como una joven emprendedora, alegre, noble y muy estudiosa.

Contó que Inés, quien en el momento de la tragedia dormía en su casa junto a su hermano Allan, de 20 años y su padre Miguel Ángel Ureña Ureña, de 60 (ambos fallecieron ayer), estaba en quinto año del Colegio Técnico de Escazú y soñaba con sacar pronto su bachillerato.

“Se vino a vivir a Lajas hace siete meses. Dijo que ocupaba un poco de paz y por eso me la traje y ¡hoy está muerta!”, exclamó Solís con lágrimas y resignación mientras veía como los cruzrojistas y vecinos rescataban el cuerpo de su cuñada de los escombros.

Inés y su hermano Allan eran inseparables. “Eran muy unidos, siempre se apoyaban”, expresó. Allan trabajaba como jefe de personal en Lucema de San Antonio y don Miguel Ángel laboró toda su vida en el campo.

Marielos Acuña, hermana de Cristina Solís Acuña, de 27 años, otra víctima, contó que ella trabajaba en Ópticas Visión y tenía una bebé de cuatro años, quien también falleció. “Ella era la menor de una gran familia de seis mujeres y un hombre”, finalizó.