La velocidad con la que el cuerpo desecha el alcohol es variable en cada persona, según explicó el experto en Farmarcología de la Universidad de Costa Rica, Nils Ramírez.
Cuanto más lento sea el metabolismo, mayores serán los niveles de alcohol que se pueden detectar en la sangre.
Se ha comprobado que algunas etnias tienen menor habilidad para absorber licor. En los orientales, por ejemplo, las enzimas encargadas de transformar el alcohol en otras sustancias funcionan más lento que en los occidentales.
Debido a la capacidad de asimilación, al tomar cierta cantidad de bebidas alcohólicas experimentan una leve intoxicación y por este motivo su piel suele tomar un color rojizo.
Una persona que tiene el estómago vacío tiene menos posibilidades de asimilar los licores, por lo que podría llegar más fácilmente a los niveles de alcohol permitidos por la Ley de Tránsito.
Las personas con problemas de sobrepeso o con enfermedades en el hígado y los riñones desechan las sustancias alcohólicas con mayor dificultad.