La amenaza de que el crimen organizado penetraría nuestras fronteras y que existía el peligro de que se asentara no es tal, aquí construyó casa y decidió quedarse a vivir.
Hechos como la imagen de dos cuerpos envueltos en sábanas amarradas con cinta adhesiva y lanzados a un lote baldío en Los Lagos Heredia, lo ratifican. También que el “Palidejo”, costarricense ligado al narcotráfico, encargara el asesinato de Henry Fariñas, empresario nicaragüense, y que en el cumplimiento del trabajo falleciera el cantautor argentino, Facundo Cabral.
La influencia llega de México país de origen de los tirados al lote, cuya familia se enteró de su muerte antes que las autoridades los identificaran aquí, cuando ellos tramitaban permisos para hacer vuelos en el país y al extranjero.
La orden criminal del “Palidejo” surge aquí, se ejecuta en Guatemala e involucra y afecta a Argentina y Nicaragua.
El homicidio de Joehl Araya, cerebro de la fallida fuga de La Reforma, a quien un grupo de custodios mató a golpes, según confirma su autopsia, y que el motín para sacarlo de la cárcel penetrara las estructuras internas de ese recinto, no es menos ejemplificante de esa vulnerabilidad.
Mediante pagos millonarios se entregaron las llaves de las celdas de Máxima Seguridad, armas, celulares y dinero.
El crimen organizado se asoma en las más recientes investigaciones de policías presuntamente involucrados en asaltos, robos de casas, aliados de delincuentes a quienes daban protección para sus fechorías, aunque también les tumbaban droga a narcos en Puntarenas.
Provoca dudas entre la población cuando por supuestos fallos en grabaciones de audiencias orales se concede libertad a otros oficiales, cuando no existen tales desperfectos, se puede acudir a otros recursos y se descartan.
Ante las manifestaciones evidentes del crimen organizado, lo más saludable es enfrentarlo y buscar aliados experimentados y así tratar de evitar su expansión.
En ese contexto se firmó esta semana un acuerdo entre México y Costa Rica que permite perseguir bandas del narcotráfico apoyados en información de inteligencia proveniente de esa nación, que permitirá conocer quiénes integran las organizaciones criminales que trascienden las fronteras aztecas, contactos, la ruta que sigue ese dinero y los negocios en qué invierten.
Ese intercambio se complementa con un tratado de extradición, que permitirá entregar a su país de origen a las personas involucradas en delitos donde sean detenidas.
“Esta batalla no la podemos ganar solos. No se combate con fuerza, sino con inteligencia” admite la presidenta Laura Chinchilla tras la firma de los acuerdos.
El crimen organizado actúa con una violencia que no conoce fronteras ni patrias, reconoció Felipe Calderón, mandatario mexicano.
“Difícilmente yo duermo tranquila...”, reconoció la presidenta Chinchilla al referirse a la capacidad de las cárceles nacionales para retener criminales de alta peligrosidad.
El desafío gubernamental es enorme, recobrar la confianza de los ciudadanos, ayunos de seguridad y ansiosos de que las promesas políticas se honren con hechos.
El blanco de las acciones no es un ratero de poca monta, sino violentas redes organizadas para delinquir y matar.
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