Saná, Yemen/AFP y EFE.- Las rebeliones en Túnez y Egipto se propagan como reguero de pólvora en Medio Oriente, donde siguen enfrentándose a una represión cada vez más brutal que ya ha cobrado unas 40 vidas.
Entre 24 y 28 personas murieron en enfrentamientos en Libia, de acuerdo con diversas fuentes y 10 en Yemen, dos de ellas tras el estallido de una granada arrojada contra una manifestación.
En Manama, la capital de Bahréin, un pequeño estado del Golfo Pérsico, el Ejército abrió fuego contra una marcha opositora, matando a un manifestante e hiriendo a decenas más.
Y en Irán, el régimen islamista movilizó a decenas de miles de simpatizantes para reclamar la ejecución de las dos principales figuras de la oposición reformista -Mir Hosein Musavi y Mehdi Karubi- que en los últimos días volvió a levantar cabeza tras la ola de manifestaciones del 2009.
Las insurrecciones que desde enero derrocaron a los presidentes de Túnez, Zine El Abidine Ben Alí y de Egipto, Hosni Mubarak, alentaron las reivindicaciones en esta región del mundo aquejada de déficit democrático, corrupción y nepotismo, con gobernantes que se aferran al poder desde hace décadas.
Uno de ellos es Alí Abdalá Saleh, al poder de Yemen desde el año de 1978.
Mientras que Muamar el Gadafi es el mandatario árabe que lleva mayor tiempo en una nación: cumplió 41 años al frente de Libia el pasado 1°. de setiembre.
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