Dallas, EE.UU La “Sele” no necesitaba ver las grandes pantallas del Estadio de los Cowboys, ni siquiera sentir su gramilla sintética o respirar el aire acondicionado del totalmente cerrado recinto. Para apantallar a Cuba necesita otras cosas.
Desequilibrio. Paciencia. Aplicación.
En lugar de los 45 minutos en el estadio, a los que por reglamento tenía derecho el equipo, La Volpe prefirió una práctica más larga en el estadio de la Universidad Metodista, sin tanta prensa, sin esperar a que Cuba desalojara la gramilla, ni abandonar la cancha apenas le tocara el turno a la siguiente selección, casualmente México, sobre la que tanto le preguntan. Entrenó sin contratiempos, por más de dos horas, plantó de nuevo el equipo, repasó movimientos, enseñó jugadas de balón parado y detuvo el entrenamiento cuando por fin la jugada terminó en el gol que quería.
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