A las 6 p.m. del miércoles, María Reyes se metió en su humilde cama de madera.

Esta vez una hora antes de lo acostumbrado y por un poderoso motivo: a las 5 a.m. de ayer salía el autobús en el que, conjuntamente con otros 55 vecinos, la trasladaría hasta Ciudad Quesada, San Carlos para asistir el remate de su pueblo Caño Castilla de Los Chiles.

“Me acosté pero no pude dormir más allá de media hora. Cerraba los ojos, intentando quedarme profundamente dormida, pero no lo conseguí. Esto duele”, dijo.

“No podía sacarme de la cabeza la posibilidad de que en el remate podía perder la parcela y mi casita en la que crecieron mis hijos”, agregó con los ojos enrojecidos esta campesina, de 75 años. Reyes, agricultora por vocación, dijo que todo sirvió, pese al dolor, “para acercarnos más a Dios y agradecerle”.