Sucesos
Sábado 12 de noviembre de 2011, Costa Rica

OIJ detiene a cuatro personas

Banda sembraba el terror en Pococí

Gloriana Corrales y Réiner Montero

gloriana.corrales@nacion.com

Pococí.- A oscuras. El precario La Carpio, localizado en San Gerardo de Ticabán, sufría el terror por las noches.

Muchas de las casas no tienen electricidad. En la delegación, ni siquiera hay teléfono.

El abandono del lugar se convirtió, hasta la puesta de sol de este jueves, en cómplice de una red de asaltantes y narcotraficantes.

Este es el relato de cómo la ingenuidad fue el talón de Aquiles de tres hombres y una mujer.

Había una trampa... y cayeron

Se confiaron. Los vecinos lo sabían. En esa alameda de barro, que da hacia el bananal, viven los responsables de tener a todo el barrio amedrentado.

Caminar hasta las demás casas es ahí una odisea. Trabajar en la finca, también. Los peones se quedan con hambre, pues ni el almuerzo lo tienen a salvo.

Cada día, un hombre estaciona su silla de ruedas afuera del bar que queda cerca de la alameda.

A ese sujeto, apellidado Garmecho y conocido como “John F.”, robar el dinero que cargaba un camión de repartos le encendía las ansias. Se atrevió.

Ese día, una bala lo dejó tendido y nunca más se pudo poner en pie. Ahora tiene 23 años y su oficio es el comercio... el de las drogas.

A su lado vive Morales, una viuda de 41 años; Romero, sospechoso de un homicidio ocurrido el 5 de marzo en Pococí y Díaz , un joven de 25 años.

El negocio estaba servido en bandeja de plata hasta que, semanas atrás, el Organismo de Investigación Judicial (OIJ) identificó a los reyes de la venta de drogas en pequeña escala del precario.

Se habían salvado porque tienen una red de campanas; es decir, de colaboradores que les advertían de la presencia policial.

A las puertas de las casas, entre las penumbras, tocan los interesados en comprar algo de marihuana, cocaína o crack.

En los últimos días, recibieron la breve visita de nuevos clientes quienes, al igual que los lugareños, iban y venían en bicicletas por las calles de piedra y lodo.

Pero no sospecharon, no fueron cautelosos. Nadie se percató de que, a cambio, recibieron billetes marcados.

El jueves, “John F.” se aparcó en las afueras del bar, como acostumbraba desde hace un año.

Cayó la noche, imperó la oscuridad. A las 7 p.m., un camión ganadero, con el cajón cubierto, entró al caserío. Nada fuera de lo común para este poblado.

¿Quién imaginaría que el objetivo no era recoger racimos de bananos, sino la captura de los cuatro traficantes? Del camión se bajaron los agentes del OIJ para culminar la labor de inteligencia.

“John F.” estaba impedido para huir. Está en silla de ruedas. No así Díaz; del patio no pudo pasar. Los otros dos sospechosos fueron esposados dentro de las casas. Ahí aparecieron los billetes.

Ayer por la noche, muchas familias de La Carpio de Pococí tampoco tuvieron luz, pero al menos, pudieron montarse en bicicleta con más tranquilidad.

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