Opinión

Milton Montenegro

Redactor

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Cuando Nery ganó el oro, medio país festejó su conquista, mientras él se recuperaba del esfuerzo. Ahí mismo en Guadalajara, pero en otro escenario, México le hacía el tercer gol a la Selección de Fútbol.

Por unos segundos pensé: ¿y si Nery fuera futbolista? ¿Sería buen guardameta, tal vez un cerebro en el medio campo? Por su velocidad nadie lo detendría como delantero.

Sería el refuerzo que necesita nuestro fútbol. No hablo de once Nerys, con el limonense es suficiente para que los seleccionados se contagien de su sed de triunfo y su sueño por convertirse en el mejor del planeta, pero sobre todo de su vergüenza deportiva.

Jugando con la Selección ante Panamá, Nery le hubiera dicho a los jugadores, ¿no sienten pena, cómo es posible que siendo la mayoría titulares en Primera y muchos hasta estelares en la Selección, no le ganen a Panamá?.

Cómo es posible que gente como Salvatierra, Meneses, Martínez, Guzmán, Guevara, Duarte, Moreira y Madrigal, por citar a algunos, no pongan hormonas y no dobleguen a Panamá, que demostró no tener la mitad del oficio de los nuestros, pero no juegan con el desgano de los ticos.

Rónald González no tiene culpa, al fin de cuentas ni pudo trabajar con el grupo, la culpa es de los jugadores, quienes jugaron a perder. Lo lograron.

Si Nery hubiera estado en ese equipo, sale de la cancha y muere de vergüenza por quedarle mal a Costa Rica. Si Carlos Watson lo convoca a la “Sele” Panamericana, Nery le hubiera dicho, soy profesional, no parte de un rejuntado.

Rejuntado que se inspiró ante Brasil, que de Brasil solo tenía el uniforme. Watson fue a los Panamericanos porque el patrón le pidió cumplir, pero tampoco tuvo equipo.

Nery cumplió. Él dijo me hubiera dado vergüenza fallarle al país. La vergüenza la deben sentir otros.