Tendedero. Ningún espacio se desaprovechó, en esta casa ubicada frente al autódromo el tendedero fue el exhibidor.
Día de campo. La zona de “El Bosque” fue aprovechada para disfrutar de un almuerzo y echarse un sueñito.
Dura faena. Marcos Corrales trajo ayuda extra para vender mangos, aseguró que la venta estaba “mala”.
Recuerdo. Una foto “loca” para el recuerdo era lo que ofrecía uno de los patrocinadores.
Como en la playa. Para la mayoría buscar un lugar cómodo y mantenerse hidratado fue clave durante la larga espera para ver a sus grupos favoritos.
Extremo. Los “bikers” también hallaron un espacio para hacer lo que les gusta.
Regaladas. Jorge Chávez uno de los revendedores aseguró que las entradas tuvieron que darlas a precios muy bajos, pues la reventa estuvo muy “mala”, ayer se conseguían pases desde ¢10 mil, para uno o dos días.
Para refrescarse. Un abanico para calmar el calor y ayudar a vencer el apabullante sol fue el compañero perfecto de los fanáticos ayer en La Guácima.
En primera fila. Disfrutar de su artista favorito en un lugar privilegiado tiene su costo, este grupo se aseguró de que nadie les quitara su lugar frente a la tarima.
Guaridas. Al mejor estilo de los iglús, así aprovecharon estas personas las cajas acumuladas para descansar, comer y pasar el rato.
