San Ramón.- Cuando Carlos Hidalgo Quesada, de 85 años, salía a caminar, le sobraban las palmaditas en la espalda y las sonrisas.
Todos querían saludarlo. Era uno de los hombres más respetados y amados de San Pedro de San Ramón, Alajuela.
“Yo cogía café en sus cafetales y siempre me trató con mucho respeto y cariño. Era un pan de Dios con todo el mundo ”, afirmó ayer, visiblemente afectada y triste, su vecina Rita Moya Valverde.
Y no era para menos.
Hidalgo murió la tarde del lunes en su casa. Según informes policiales, recibió varios machetazos en cabeza y cara.
Las autoridades detuvieron poco después, escondido en un cafetal propiedad del anciano, a uno de sus nietos, de apellido Hidalgo, de 23 años. Ayer permanecía a la orden de la Fiscalía local.
Vecinos aseguraron a Al Día que el sospechoso enfrenta problemas de adicción a las drogas. No trabaja y usualmente obtenía dinero realizando pequeñas labores en la propiedad de su abuelo.
“Llegaba diciendo que había trabajado tres horas y entonces don Carlos le pagaba. Siempre lo trató bien. Nadie entiende por qué lo fue a matar así”, dijo ayer Juan Rafael Céspedes.
Del fallecido octogenario solo tiene buenos recuerdos.
“Él se pasaba sembrando maíz y cuando recogía la cosecha, regalaba los elotes a quienes pasaran por su casa”, añadió.
Se preocupaba por la suerte de sus trabajadores y no dudaba en prestar dinero (que nunca cobraba) a quien lo necesitara. “Era solidario como pocos. Hay personas pobres a las que incluso regaló un terrenito para que construyeran su casita”, insistió Céspedes.