Nacionales
Domingo 23 de septiembre de 2012, Costa Rica

Domingo 23-09-12

El Evangelio de hoy

Álvaro Sáenz Zúñiga, presbítero

asaenz@liturgo.org.

Es curioso cómo, después de escuchar a Jesús detallarles minuciosamente su pasión, los apóstoles siguen sin entender. Cierto que a nadie le gustan las malas noticias, pero urge que pongamos los pies en la tierra, asumir el proyecto de Dios que es contundente.

Jesús ha instruido a sus apóstoles para que no se hagan ilusiones, ni esperen de él un mesianismo engañoso. Dice: “El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres; lo matarán y tres días después de su muerte, resucitará”.

Pero los discípulos siguen en lo suyo y, quizá por temor, nada preguntan. Insisten en evadir la verdad, refugiándose en ideas fantasiosas esperando lo que nadie les ha prometido.

Y Jesús, lleno de paciencia, debe seguir purificando sus mentes. Nada le han preguntado, pero ahora es él quien les pregunta “¿de qué conversaban por el camino?”. Les cuesta confesar su debilidad que es, sin duda, frustrante: mientras Jesús les propone su pasión, ellos discuten sobre “quién es el más grande”.

Jesús sin miramientos sustituye esa insensatez de los suyos por un aterrizaje forzoso: “El que quiere ser el primero, debe hacerse el último de todos y el servidor de todos”. Y para ser más claro pone a un niño en medio. ¿Por qué un niño? Por ser frágil, porque era relegado en la época y porque no tiene ambiciones, sino que se abandona en los brazos de sus padres confiándoles su vida. Jesús dice que recibir a un niño es recibirlo a Él y, en Él, al mismo Padre Dios que le ha enviado.

Para ser parte del reino de los cielos, debemos erradicar las ambiciones enfermizas, las complicidades con los poderosos, los ejercicios políticos corruptos y las maquinaciones oscuras. El reino de los cielos se construye en sencillez, ejerciendo nuestra libertad, asumiendo nuestros deberes y responsabilidades; amando, sirviendo, siendo sumisos al proyecto del Padre, a imagen de Jesucristo.