Pido la palabra

Casa por cárcel

¡Cómo has cambiado, Costa Rica! (¿Me permites tutearte? Ahora ni te piden permiso para hacerlo, pero soy de la vieja guardia).

Te repito: ¡cómo has cambiado!

Antes, visitar un restaurante o centro social era un deleite. No había esos escandalosos cantantes de karaoke (que gritan como gatos cuando les majan la cola, o como si los operaran de la apéndice sin anestesia) acaparando el espacio y el sonido hasta la madrugada. Esté donde esté un costarricense, siempre se creerá un excelente vocalista.

Antes, la mayor preocupación era que la "boquita" no fuera muy grasosa, que el pescado no tuviera mucha espina y que el compañero no fumara como casado a la espera de la amante.

Ahora es muy distinto. Hay que cuidarse la espalda, pues, en cualquier momento, unos hampones irrumpen en el establecimiento y te dejan sin tarjetas, celular y demás pertenencias.

Eso, si te va bien. Si no, pueden meterte una bala en medio de los ojos o dejarte incapacitado para siempre.

A como vamos, llegará el momento en que la casa será la cárcel, pues será absolutamente peligroso disfrutar de un sitio público.

Es la pérdida casi total de la libertad. ¿Para qué está ese derecho en la Constitución, si en la vida real no es más que letra muerta, un cementerio de sílabas, comas y puntos?

¡Cómo has cambiado, Costa Rica! (Amenazo con seguir con el tema en la próxima semana).