Liberan a joven vinculado con asalto

Le roban el carro y acaba en prisión

El 16 de junio es una fecha que Ovidio René León no olvidará. Ese día empezó a vivir un calvario que nunca antes había conocido: la cárcel. Por la tarde lo arrestaron por haber participado, presuntamente, en el asalto a la sucursal del Scotiabank de Escazú donde, ocho días antes, tres personas habían robado unos ¢40 millones.

A raíz de las averiguaciones iniciales lo encarcelaron en la Unidad de Admisión de San Sebastián. Le habían dictado prisión preventiva.

"Vilo", como lo llaman en Alajuela, intentó defenderse pero afirma que nadiele creyó.

Al cabo de 11 días de arresto, o de "infierno", él y su familia, lo pusieron libertad, sin ninguna restricción.

Incluso, estaba convocado para ir a un reconocimiento y luego le comunicaron que ya eso no era necesario. El día del asalto en Escazú, "Vilo", casado y padre de una niña, trabajaba en Alajuela como chofer del notificador municipal a quien llevó al barrio El Carmen.

Cuando ocurría el asalto, él le hacía un mandado a su jefe, llamado Arsenio Muñoz.

El vínculo inicial surgió porque los asaltantes usaron un vehículo municipal asignado a "Vilo. El auto había sido robado cinco días antes mientras entregaba unos documentos en el Registro de la Propiedad. Ese día había llamado al jefe, quien le recomendó poner la denuncia y devolverle la llave.

Lágrimas con sabor a gozo

"Esto ha sido un calvario. No se lo deseo a nadie", dijo este jueves Pedro León con la voz entrecortada cuando recordó la experiencia vivida con la detención de "Vilo", el segundo de sus tres hijos con doña Dorly Stockhausen.

Unas lágrimas brotan de sus ojos y, casi de seguido, reacciona."¡Dios nos escuchó a todos y nos permitió que esto se resolviera como debía ser!".

¿Y que piensa hacer?, le pregunto.

"Pasearme con mi muchacho por todo Alajuela con la frente en alto".

Don René, exempleado municipal que hoy trabaja en los propio, dijo que uno de los momentos más duros fue cuando su hijo, minutos después de haber entrado a la Unidad de San José, le reveló aterrorizado que lo habían asaltado y, que le cobraban ¢15.000 por un espacio a donde dormir.

"Sin embargo, soy el hombre más feliz del mundo", dijo con lágrimas de gozo.