En Pérez Zeledón, Hatillo y Belén

Entrenadores de taekwondo abusaban de sus alumnas

Uno en prisión, otro con medidas cautelares sigue dando clases

Los padres le confiaron a sus hijas para que las convirtiera en grandes deportistas, pero ellos traicionaron su confianza y abusaron de ellas sexualmente.

Lo que no tomaron en cuenta dos entrenadores de taekwondo fue que las tres menores aprendieron muy bien a defenderse y con lágrimas, y no a patadas, denunciaron la situación ante sus padres. Uno de los presuntos abusadores, de apellidos Marín Monge, y de 46 años, quien impartía clases en Pérez Zeledón, cumple prisión preventiva en la cárcel de ese cantón, desde el 16 de agosto.

El otro, de 34 años, apellidado Angulo Díaz, quien aún entrena jóvenes en el polideportivo de Belén, enfrenta dos denuncias por presunto abuso en contra de dos muchachas, de 17 y 14 años, vecinas de Hatillo y Desamparados.

Ayer, Angulo no se econtraba en su casa cuando se le llamó y no devolvió el mensaje dejado con una hermana. Él está en libertad pero desde el 19 de julio, debe firmar cada quince días y tiene prohibido acercarse a las campeonas, cintas negras y medallistas de oro a nivel regional.

Henry Vega, abogado de las dos jóvenes indicó que está pidiendo un cambio de medida pues Angulo ha seguido acosándolas.

"Esto es muy delicado. Creemos que hay más niñas afectadas que no denuncian por miedo a lo que dirá su familia", dijo Vega.

Angulo ya fue sobreseído en una de las causas por abuso pero la jovencita volvió a denunciarlo, ahora por violación.

Joaquín Camacho, director cantonal de deportes de Belén, conoce el caso, pero como él dice ser inocente y está en libertad, esperarán el fallo de Tribunal.

"Hasta comía en mi casa"

La indignación embarga a un hombre de apellido Salas, padre de una joven afectada, vecina de Hatillo, al saber que a quien le abrió las puertas de su casa, lo traicionó dañando a su hija, "lo que más quiero".

"Esto ha sido un calvario. Me han tratado de mentiroso y a mi hija como si fuera un trapo sucio, cuando es una niña de apenas 14 años. Solo nos queda esperar que la ley se cumpla. Yo estaba entre sus mejores amigos. Cuando ganó una categoría más en su carrera, le hicimos una cena en la casa; hasta le ayudé más de una vez con mi aguinaldo y a pagar sus pasajes para los torneos afuera. Lo hice de buena fe y ahora nos paga así. Nosotros no le confiamos a nuestra hija sino su entrenamiento, porque siempre la andábamos jalando de un lado a otro; lo que pasa es que un enfermo como él buscó la manera para envolverla con su investidura y la admiración que ella le tenía. Estamos frustrados, esto nos robó la tranquilidad".