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 Nacionales Domingo 01 de octubre, 2006, San José, Costa Rica.
 

Intenso programa promueve Fuerza Pública más civilista

Para ser policías sudan la gota gorda

Cerca del 18 por ciento de los aspirantes desisten o son descartados, tras el inicio de la capacitación

Esteban Arrieta Arias

Cuajiniquil- 4:45 a.m. Todos los estudiantes tienen que levantarse, formarse, correr, hacer varios ejercicios de estiramiento, sentadillas, lagartijas y las abdominales que puedan.

Todos a dormir

A las 9:00 de la noche, todos los estudiantes deben acostarse. Sin embargo, durante la noche y la madrugada, deben hacer guardias por turnos.

9.363

el número de efectivos que hay en el país, según los datos del Ministerio.

550

el número de personas, que deben cuidar en promedio, cada uno de los policías.

4 mil

cantidad de efectivos, que reforzarán la Fuerza Pública, durante este Gobierno.

La gente cree que es fácil, pero no es así, hay que tener mucha disciplina y trabajar duro”.

Carlos Roverssi, Director de la Escuela.

6:00 a.m. Hora de desayunar, bañarse y después, a la clase de uso defensivo de armas, lectura de cartas, patrullaje o técnicas de intervención, según sea el caso, para después iniciar una “larga y soleada” caminata por la montaña, un breve descanso... y a seguir.

De esta forma, transcurren los días en el Centro de Formación Policial Murciélago, ubicado en la comunidad de Cuajiniquil de La Cruz de Guanacaste.

Ahí los hombres y mujeres que aspiran a convertirse en policías sudan la gota gorda con el objetivo de que, en diez años, Costa Rica tenga una policía más civilista, en buen estado físico y una excelente capacitación.

Ellos pueden enfrentarse a todo tipo de situaciones, desde casos de violencia doméstica, hasta disolución de disturbios en las calles.

Este Centro de Entrenamiento Policial, es una especie de graduación para los jóvenes, pues según los instructores, los siete cursos que llevan ahí, por dos meses, son los más pesados de los 30 que deben aprobarse en un semestre, para convertirse en policías, indica el subjefe del centro de capacitación, William Rodríguez.

“En San José se ve la parte teórica, pero acá, es donde se lleva la práctica, que es la más difícil porque mucha gente se va”.

En promedio, 18 por ciento de las personas que aspiran a ser policías, terminan tirando la toalla, o son descartadas porque no dan la talla o cometen faltas.

“En estos momentos, estamos trabajando con un grupo de 90 jóvenes, pero cuando inició en marzo era de 110”.

Carlos Roverssi, director de la escuela de Policía, indicó que “ser efectivo policial, no es tan fácil como la gente cree.

“Deben lidiar con el calor, alimentación inadecuada para el ejercicio que hacen, agua no potable, desarraigo familiar, disciplina estricta, jornadas extenuantes, mucho estrés y competencia, quien crea que es sencillo, está muy equivocado.

“Para ser policía en estos tiempos, hay que trabajar muy intensamente”, afirma Roverssi.

Formación de peso

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Alexánder Rodríguez, escuchó con atención las explicaciones del instructor Marvin Zeledón, el jueves pasado.

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Keivin Molina de Limón, camina por los dormitorios del Centro de Murciélago, antes de ir a clases.

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Uno de los principales cursos que se dan en la escuela, es el de orientación en la montaña.

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Las botas no pueden faltar en el equipo. Les permiten a los oficiales caminar en montaña y grandes distancias.

Reclutamiento será masivo

Los planes del Gobierno de aumentar en cuatro mil efectivos la fuerza policial actual obligan al Estado a realizar un reclutamiento masivo, que se iniciará en octubre.

Carlos Roverssi, director de la Escuela Nacional de Policía, informó que en principio se reclutarán 150 efectivos a partir del 15 de octubre, y en el 2007 se crearán 800 plazas más.

“La idea del Gobierno es darle mayor seguridad a la ciudadanía, siempre y cuando esta sea de calidad”.

Para ser policía, los candidatos deben tener como mínimo el tercer año de colegio aprobado, pasar el examen psicológico, físico, médico y de dopaje.

Además no debe tener ningún antecedente policial y ser una persona de buenas costumbres.

“Lo conveniente es que sea una persona joven, con una altura superior a 1,70 metros y delgado, pero si hay alguien pequeño que cumple todos los demás requisitos, de seguro podrá convertirse en policía, siempre y cuando aguante”, agregó.

“Hay mucho machismo”

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Ingrid López y Mónica Flores, desean estudiar criminología.

El cansancio, la comida, la incomodidad, el calor y la lejanía de la familia no son todos los obstáculos, que las mujeres deben sortear para convertirse en policías.

El machismo en esta profesión, está muy bien marcado debido a que por años, se le consideró, una labor exclusiva para los hombres.

Sin embargo, con el pasar del tiempo, el ímpetu de mujeres como Mónica Flores e Ingrid López, ha hecho que cada vez más, la voz de la autoridad, ya no sea siempre grave, sino delicada, pero firme.

“Algunos de ellos son machistas y en este tipo de trabajo, a las mujeres se les ve con cierta inferioridad, pero a mí me tiene totalmente sin cuidado”, afirma Flores de 22 años y vecina de Tibás.

“A ellos les duele mucho, cuando nosotras hacemos mucho mejor ciertas labores, eso no les gusta, incluso se enojan mucho”, asegura López.

Las dos muchachas consideran que la parte más difícil del trabajo, está relacionada con la lejanía de los seres queridos. Sin embargo, saben que para romper los estereotipos y alcanzar sus metas, deben esforzarse al máximo y ello implica estar lejos de la familia.

“Soy un sapo y qué.....”

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Cordero dice que aprovecha cualquier rato para estudiar y prepararse.

Desde que era muy pequeño, Adrián Cordero, vecino de Hatillo 6, sabía a lo que se quería dedicar cuando llegara el momento.

Después de seis meses, de capacitación continúa en la Escuela de Policía, este joven de 22 años, no aguanta las ganas de salir a la calle y hacer su trabajo.

Esto, a pesar de que la labor que escogió hizo que muchos de sus amigos se alejaran de él, porque precisamente es el mundo de las drogas y el robo, el que tendrá que combatir.

“Varios de mis amigos que usan drogas y que andan en otras cosas malas, me dijeron que me iba a convertir en un sapo, pero a mí no me importa, porque lo que yo quiero ser es un buen policía. No me importó que me aislaran”, manifestó.

Cordero asegura que él lleva la vocación de servicio en la sangre, pues su abuelo lo ponía a cantar los himnos de la policía, por lo que decidió seguir los pasos de su familiar, desde hace mucho.

“Mi mamá me advirtió que la capacitación y el trabajo, es realmente duro, pero ahora, a pocos días de convertirme en policía, ella está feliz y orgullosa, de lo que lo he logrado”.

Para finalizar, el joven afirma que en sus planes, se encuentra la idea de seguir capacitándose, para algún día ocupar uno de los altos puestos en la Fuerza Pública, o convertirse en uno de los instructores principales de la Escuela Nacional de Policía.

Con vocación en la sangre

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Shirley Navarro, asegura que ha trabajado mucho, por alcanzar su meta.

“La muerte es algo inevitable, por eso no tengo miedo”.

Con estas palabras, Shirley Navarro, de 23 años, se refiere al peligro que enfrentará cuando empiece a laborar como policía.

Y es que, la sangre policial que corre por sus venas, hizo que decidiera tomar este camino, pese a los peligros y sacrificios.

“Mi abuelo, Eugenio Vargas, falleció en 1964, mientras cumplía con su labor de policía y para mí, eso es un gran orgullo y aliciente, en vez de ser un impedimento por el miedo”.

Navarro, quien es vecina de Puntarenas, solo teme por sus hijas Nicole y Ashley de dos y tres años, quienes son su mayor ilusión y desvelo.

“Hasta el momento, me ha gustado mucho la capacitación, que he recibido en la Escuela Nacional de Policía.

“Sin embargo, tengo que reconocer que ha sido muy duro, porque he tenido que dejar a mis dos hijas por mucho tiempo”.

La joven asegura con voz firme, que la única forma de alcanzar las metas, es a través de un esfuerzo sostenido.

“Mi mamá me apoyó muchísimo en mi decisión, a pesar de que ella perdió a su padre, quien era policía”.

Navarro indica que una de las cosas que más le ha costado, es acostumbrarse a levantarse temprano, pues reconoce que es bastante dormilona.

“Salvo ese aspecto, me he podido acostumbrar a la comida, a los compañeros y al esfuerzo, porque me gusta lo que hago”.

Directo a la elite policial

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Acevedo asegura que es el primero en levantarse.

La capacitación que ha recibido, Francisco Acevedo en la Escuela Nacional de Policías por seis meses, es tan solo un pequeño paso, para alcanzar su máximo sueño: Ser parte de la elite de seguridad del país.

La idea de ingresar a este cuerpo policial se la propuso un amigo que labora en la Unidad Especial de Apoyo (UEA), la cual se encarga de atender las situaciones de alto riesgo, como secuestros, asaltos bancarios, persecuciones en montaña y otras.

Sus casi dos metros de altura y cuerpo fornido, lo hacen un candidato ideal para el puesto, máxime que es uno de los alumnos más aplicados de la escuela, según dicen los instructores.

“Yo soy el primero en levantarme, porque quiero salir a hacer ejercicio y aprender cada día más, sobre este trabajo.

“Es cierto que es una labor peligrosa, pero cuando a uno le gusta, lo hace bien y sin temor alguno.

“Soy un estudiante muy aplicado porque ese es mi mayor orgullo, no quiero hacer otra cosa que no sea esto”.

Acevedo asegura que ha estudiado a fondo sobre derechos humanos, las leyes y la defensa personal, porque “hay que tener una formación integral, para ser un policía por los cuatro costados”, afirma.

Este joven de 25 años y vecino de Liberia, sabe que al empezar a trabajar como policía, se encontrará con muchas deficiencias, como equipamiento deficiente y cuarteles desechos.

Pero asegura estar muy motivado y ansioso por compartir con otros policías de mayor experiencia, para que le enseñen más de lo que ha aprendido en la academia, que para él ha sido como un segundo hogar.

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El ejercicio físico, siempre está en la agenda de los policías, a toda hora, desde que amanece.
Fotos: Manuel Vega

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En Murciélago, los candidatos a policías aprenden a repeler turbas violentas con gases.
Cortesía Escuela de policías.

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