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Informe oficial sobre tragedia de hace un año en Herradura Paracaidistas murieron atrapados en turbulencia Avioneta voló directo a tormenta que la movió de arriba a abajo a gran velocidad Rodolfo MARTINrmartin@aldia.co.cr El piloto y cuatro paracaidistas fallecidos, el 31 de mayo del año pasado, durante un accidente aéreo en Herradura, Garabito, intentaron salvar sus vidas, pero cuando quisieron hacerlo ya era muy tarde. Así lo confirman las pesquisas del OIJ de Garabito y el informe final de la sección de Investigación de Accidentes de la Dirección General de Aviación Civil.
La aeronave, una Cessna Aircraft, quedó atrapada “por una turbulencia severa que trajo consigo una situación de caos, porque no sólo la llevó a experimentar desplazamientos violentos, sino hasta alcanzar momentos de ingravidez”, según Aviación Civil. En medio de aquella feroz tormenta cayó al mar. Eran las 4:44 p.m. de aquel día. En el percance murieron el piloto, capitán Jorge Arturo Meléndez Mora, de 57 años, el estudiante de paracaidismo, Jean Moisés Román Sequeira, y los paracaidistas James Michael Simplicio, de nacionalidad estadounidense, el mexicano Emmanuel Sánchez y William Milton Burton, instructor canadiense. Se salvó William H. Flattery, también estadounidense. Estaban advertidos El día de la tragedia, el Instituto Meteorológico Nacional (IMN) advirtió, en un comunicado, la formación de tormentas y clima desfavorable para las operaciones aéreas, según el informe oficial. “Un avión, volando en una nube de tormenta, se somete a aceleraciones verticales extremadamente fuertes, exponiéndolo a fuerzas o tensiones peligrosas y, los vuelos, entonces, se tornan difíciles o casi imposibles”, precisaron técnicos de Aviación Civil. La nave quedó atrapada en medio de un una nube tipo “Cúmulo Nimbus”, la formación que cualquier piloto debe esquivar. Es probable que en este caso no la detectaran porque venía del océano hacia la tierra, sostiene Aviación Civil. El piloto, al parecer, no se percató de ello por haber estado operando con nubes en los vuelos anteriores de ese día, según las consideraciones de los expertos. Eventualmente, creyó que podría tratarse de otro banco de nubes “de menor peligrosidad y que las cruzaría rápidamente”, añaden las averiguaciones. La aeronave afrontó la emergencia, dos minutos después de haber despegado del campo de aterrizaje La Yolanda, en Playa Hermosa. Ese sería el cuarto de cinco vuelos de aquella tarde. La rutina era despegar, ascender hasta los 10.000 pies para que los paracaidistas saltaran, según Aviación Civil. Inesperado Meléndez y el estudiante de paracaidismo Román Sequeira eran los únicos que estaban sentados y con el cinturón de seguridad puesto, de acuerdo con el OIJ de Jacó. Los otros estaban sentados en el piso, por lo que se golpearon contra el techo, las paredes y el piso de la aeronave. Fue el instructor quien planteó la necesidad de devolverse, pero “ya no había nada que hacer”, revelaría luego Flattery. Cuando la nave volaba a 1.000 pies desapareció del radar del aeropuerto Santamaría.
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