Testigo de cambio

Mina de oro

¿Ha visitado usted recientemente La Fortuna de San Carlos?

Si es así, quizás no pueda imaginarse que en el año 1963 solamente estaba constituida por unas pocas casas, un hotel de dos pisos y de madera, el cual fue destruido por un incendio hace pocos años, y un camino que, de seguirlo, llevaba hasta la casa del pionero, el valiente don Alberto Quesada, quien llegó a vivir al pie del volcán Arenal muchos años antes, cuando no había puentes y la selva era su compañía, aparte, claro está, de su familia.

Fue don Beto el guía para la primera ascensión conocida a la cima del hoy famoso volcán, el cual durante muchos años fue considerado un simple cerro. En tal hecho participó el periodista don Luis Castro Hernández, quien aclaró a la opinión pública, de una vez por todas, que se trataba de un volcán con su cráter cubierto de selva. Corría el año 1937.

Nosotros, en 1963, corroboramos, en compañía de don Delio Quesada, la norteamericana Mary Bryan y varios miembros de la familia Quesada, que efectivamente era un cono volcánico, perfecto, por cierto, y gemelo del cerro Chato.

Hoy, lo que fue una tragedia se ha convertido en una mina de oro gracias al turismo.

La explosión de 1968, que produjo más de 80 muertos y arruinó una amplia zona, atrae a miles de visitantes, y esto ha convertido a La Fortuna y el camino hacia Tilarán en un enjambre de hoteles para los más variados bolsillos, restaurantes, negocios de alquiler de caballos y vehículos en general.

Vea usted cómo es cierto que, al que Dios se la da, San Pedro se la bendice.