Testigo de cambio

Adiós al tren

Antes, uno se bajaba del tren San José-Limón cerca del puente sobre el río Reventazón, a poca distancia de Siquirres, y tomaba el que conducía a Guápiles, por la llamada Línea Vieja, o sea, por donde originalmente Minor C. Keith llevó la línea del ferrocarril hasta el río Sucio, y luego la conectó con San José por una carretera empedrada, de la cual hay restos en el Bajo de la Hondura.

Guápiles, cuyo nombre se deriva de dos pequeños ríos que cruzan la población, o sea que son guápiles o guapes, un costarriqueñismo que se refiere a gemelos, era un “comisariato”, una venta de comestibles, un cine, varios negocios, el hotel del “polaco” y prácticamente nada más.

El pueblo dormitaba, en medio de la desolación que dejó el traslado de las operaciones de la United Fruit Co. del Caribe al Pacífico, por la enfermedad del banano conocida como “de Panamá”.

Pese al clamor de los vecinos, no fue hasta muchos años después cuando todo cambió, gracias a la carretera Braulio Carrillo.

Luego, el gran cambio. Llegaron los bananeros nacionales y extranjeros, nació la colonia del Instituto de Tierras y Colonización ITCO –hoy IDA – en Cariari, que tiene tanto o más movimiento que la moderna Guápiles.

Por todos los caminos se encuentran casas de cemento, llegaron los supermercados y los vehículos se cuentan por decenas de miles. Lamentablemente, la ruta que llevó el progreso, e hizo que el tren pasara a la historia, también ha llevado el peligro por la irresponsabilidad de los choferes; sin embargo, podemos afirmar que de la Guápiles de 1962 a la actual, hay un cambio positivo.