Testigo de cambio
¡Vieran lo que descubrimos! Miguel Salguero
El peligro de extinción de la tortuga verde, que llega a desovar puntualmente en la zona de Tortuguero, no es nuevo.
En 1964, Ricardo Castro Beeche, director de La Nación, me habló de una asociación fundada en Nueva York para proteger esta especie del principal depredador del planeta: el ser humano. Entonces llegó un grupo de alemanes, interesado en conocer el problema, y en un recorrido por Sarapiquí y el río San Juan llegamos en un bote de un solo tronco hasta la Barra del Colorado.
Este viaje fue un maravilloso descubrimiento para nosotros, por la riqueza inmensa de nuestros ríos, la selva, la fauna y, en resumen, de ese mundo que se nos metió hasta lo más profundo de nuestro sentimiento.
Lo que vimos causó un impacto tal que los alemanes no escatimaron en elogiar la zona con conceptos para el paraíso que estaba ante nuestros ojos.
No había, por otra parte, ningún impedimento de navegación. Los gobiernos nicaragüenses todavía creían en los tratados internacionales y más en una hermandad de siglos.
Hablamos de gobiernos, no del pueblo, por que ticos y nicas han mantenido relaciones armoniosas hasta el día de hoy.
Hay un hecho incuestionable: ambos se necesitan y los dos países comprenden que las maravillas de la naturaleza son para compartirlas, como hermanos.
La Barra del Colorado tiene fama de ser una de las más peligrosas que existen en el Caribe, y si el botero no es ducho en sus veleidades, lo más probable es terminar en la panza de un “siete andanas”, o sea, un tiburón con siete hileras de dientes.
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