Antonio Alfaro, periodista
analfaro@aldia.co.cr

Caen mal los mexicanos cuando no se les conoce. Caen “gordos”, cuando pensamos en ellos como analistas deportivos, nacionalistas a ultranza, que hablan de la selección azteca como la octava maravilla.

Son casi los argentinos de nuestra área –diría más de uno– con un nacionalismo tan fuerte que serían necesarios los lanzamientos de penal para decidir quién se lleva el título en la “Ego World Cup”.

Tan reñido duelo en la cancha de los prejuicios me viene a la mente en pleno vuelo hacia México, rumbo a la final de Concacaf entre Pachuca y Saprissa, a un estadio repleto de mexicanos.

Quizás me caerían mal de no ser este mi quinto viaje a tierras aztecas, donde he encontrado una y otra vez la gente más humilde, y afable.

Quizás me caerían mal si viera dentro de cada mexicano un Hugo Sánchez, si no supiera que la mayoría también repudia la prepotencia de quien fuera un magnifico jugador. ¡Qué gol aquel de chilena anotado con el Real Madrid!

Lo admiré, como al Chavo del 8, a Chespirito, al Chómpiras, a Don Ramón… a quienes agradezco haberme regalado gratos momentos.

¡Ni qué decir de Cantinflas!, de lo mejor que ha parido México, junto a los taquitos al pastor. Hay que reconocerles su fútbol, de mejor nivel que el nuestro, aunque nos pique aceptarlo, más si son ellos quienes lo dicen.