Lázaro Malvarez
Periodista
Los Juegos Olímpicos transcurrieron como una gran película con muchos galardones, emociones, suspenso, acción, intriga y dos héroes que asombraron al mundo con marcas de superhombres: Michael Phelps y Usain Bolt.
Phelps, oriundo de Baltimore, Estados Unidos, ganó ocho medallas de oro, impuso seis marcas mundiales y una olímpica; la única vez que venció sin quebrar el primado del orbe compitió a ciegas debido a que el agua le inundó los lentes y nadó contando las brazadas.
Con 14 preseas áureas (había ganado seis en Atenas-2004) se convirtió en el deportista con más oros olímpicos en la historia y las dos de plata que obtuvo en la capital griega lo colocan en el segundo lugar del medallero individual de todos los tiempos solo superado por la gimnasta soviética Larissa Latinina, con 18.
Aparte del incidente con las gafas de nadar, Phelps, de 23 años, tuvo una prueba de infarto, cuando en los 100 metros mariposa, el serbio Milorad Cavic lo obligó a emplearse al máximo y apenas le cedió la medalla de oro por una centésima.
Lo de Usain Bolt merece también todo el reconocimiento. Meses antes de la cita de Beijing asombró al planeta con su récord mundial de 9.72 segundos en los 100 metros planos y anticipó que llegaría por el doblete dorado a la capital china.
Bolt demostró ser un hombre de palabra. Haciendo todo tipo de payasadas antes de cruzar la meta se impuso en la prueba reina con registro de 9.69 y en los 200 metros lisos dejó a un lado los chistes y trituró, con 19:30, la marca del estadounidense Michael Johnson, impuesta en Barcelona-92.
La hazaña del jamaiquino de 23 años se compara con la de grandes corredores como Carl Lewis (Atlanta-96).
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