Allan Andino
aandino@aldia.co.cr

“Arriesgar el pellejo es parte de la emoción. Si hay toros, pero no hay montadores, no son fiestas. Se debe exponer el físico, sino la gente se enoja y se va”. Suena fácil, pero la realidad es otra.

Steven Leiva describe así la pasión que lo anima cada fin de semana a trepar sobre los lomos de un toro para dar espectáculo.

Muy lejos de Zapote, a unos 280 kilómetros de la capital se vive con intensidad y tradición la fiesta taurina en Paso Hondo de 27 de Abril, Santa Cruz.

Las llamadas “montaderas”, como se les dice en la región a estos espectáculos, son el deporte por excelencia que atrae a miles de lugareños.

Así lo constató un equipo de Al Día la noche del viernes, en una de las seis fiestas que se desarrollan en Guanacaste. Tan solo 40 kilómetros a la redonda, San Juanillo, Nambí, Belén, Matapalo y Guayabal también invitaban a darles un vistazo.

Un tablado sencillo y una barrera compuesta por seis varas es el rústico redondel de Paso Hondo, ubicado en una explanada, a un costado del templo católico.

La ganadería Hacienda el Bosque de Hugo Jiménez preparó 13 animales para dar gusto a los montadores. Su toro estrella, “El Chirriche”, competencia directa de “El Malacrianza”, se quedó guardado “en la banca” porque actuará el próximo domingo en Zapote.

Su lugar fue tomado por el segundo en el “ranking” de la ganadería, “El Chirbala”, quien sería el último en salir.

En los altavoces, el sonido de la marimba, a las 6:50 p.m., dio la salida del primer toro montado, “El Consentido”, que no tardó ni tres segundos cuando ya había puesto en aprietos a su retador. Un cabezazo lo mandó al pasto y los gritos del graderío adelantaron el drama, iba emanando sangre de la boca.

La única ambulancia de la Cruz Roja se lo llevó estable al centro médico más cercano.

Pasaron dos toros y la “montadera” fue suspendida. En ese lugar tan lejano era un riesgo continuar sin una unidad de la Cruz Roja disponible. Aunque un “pickup” se ofreció a llevar al siguiente herido, la fiesta prosiguió media hora después con el regreso de la ambulancia.

El narrador Casimiro Contreras, algo así como el Mario McGregor de esta disciplina, explica que el peligro dentro del ruedo se convierte en un vicio.

“La monta de toros para los montadores se vuelve una adicción. Ellos son adictos a esa adrenalina, a esa forma de identificarse con el público. Los aplausos les dan valentía, tanto así que llegan a perder el miedo y no le temen a ningún toro, y no todos son para cualquier montador”, dijo.

Por otra parte el estilo de cabalgar estos animales de entre 400 a 650 kilos, es muy diferente al que vemos en las corridas josefinas.

En términos populares de la bajura se domina al toro a pura pierna. “Somos amantes, defensores y muy orgullosos de la monta en barda, utilizando la espuela corrediza que es nuestra tradición”, señaló Contreras.

Es decir, en vez de salir pegado con las espuelas de gancho o a dos picos el montador pelea con la corrediza y si se despega, tiene el derecho de volver a incrustárselas.

“Es una lucha de fuerza, dominio y equilibrio entre el montador y el toro”, añadió Contreras.

En cada monta, una alegre cimarrona pone sazón al ambiente, en las gradas se reúnen niños, abuelos y padres de familia, y a la vez sentadas sobre la barrera hay mujeres que no reflejan ningún temor de tener una panorámica tan cerca de la acción.

En la manga, donde se prepara al animal con un pretal de mecate a dos vueltas, liberaron a los toros número siete y once, ya que sus retadores nunca aparecieron, en señal de inexperiencia y temor.

Ricardo Gutiérrez, en cambio, con apenas 19 años es un experto en el tema.

Después de encomendarse a Dios y darse golpes en el pecho dominó más de 15 segundos a “El Arete”.

“Se siente bonito recibir los aplausos de la gente. A mis papás no les gusta porque es muy peligroso, antes me les escapaba para montar. Miedo no me da, siempre le pido al Señor que me ayude”, contó este chico graduado de técnico medio en mecánica.

El último grito de puerta dio paso a “El Chirbala”, que curiosamente hasta los niños reconocen en la calle cuando viaja en el camión con el resto del ganado. Tres segundos y derribó a Steven, el mismo que el próximo domingo pondrá de nuevo su vida en juego, en algo que ellos llaman una droga de cuatro patas.

Colaboró: Julio Peña.

Dueño de los más furiosos

En el camión viajan entre 10
y 15 toros para cada monta.

La Hacienda El Bosque nutre de toros a buena parte del área guanacasteca.

Antes de cada montadera, acomodan entre 10 y 15 animales en el camión, dejando a los más calificados para el final.

“Solo para monta disponemos de 40 toros”, manifestó Hugo Jiménez, dueño de la ganadería.

Entre las estadísticas, “El Chirbala” lleva 40 montas invicto con sus 650 kilos de peso, mientras que “El Chirriche” ha hecho morder el polvo a 32 montadores.

El 4 de enero próximo, en la función nocturna, ambos buscarán extender su registro en el cierre de las fiestas de Zapote.

Con espuela en la voz

Desde hace 18 años, su voz se escucha en las fiestas.

Conocido en la zona como “El Gamonal de la Bajura”, Casimiro Contreras lleva 18 años narrando y dando las estadísticas en las montas de toros. Incluso estuvo dos años en Zapote con canal 7.

Su agenda está llena de actividades taurinas hasta mayo del 2009, cuando termine la mayoría de las fiestas.

Como buen guanacasteco, se siente orgulloso de lo que representa, y afirma que el día que se pierda el estilo rústico de la monta de toros, ya no será lo mismo.

“Desde mis inicios se me ocurrió que la gente debe estar informada, saber lo que pasa en el toril, cuál es el registro del toro y del montador”.

“A diferencia de de lo que se ve en el redondel de Zapote, que les gusta más el toro corneador, de lidia, aquí preferimos el de monta a puro pelo”, comenta.

Las próximas fiestas de Santa Cruz en enero, las típicas nacionales, o lo que es igual a “el mundial de la monta”, su voz estará sin despegarse del toro.