Ramón L. Méndez
Exárbitro

Llegamos al final del campeonato y de verdad que los árbitros, en su mayoría, quedaron debiendo, y también la Comisión de Arbitraje.

Y debe llegar el momento en que se detenga la injusticia que se da en la Segunda División, en donde todo un año, los de esa categoría, se parten el alma en las canchas de juego. Pero la final del torneo es arbitrada por un árbitro de Primera.

Eso no debe ser, ¿qué proyección tenemos en tales circunstancias?

Es un hecho que el mejor de la Segunda se alista para subir a la Primera, pero en estas condiciones qué podemos esperar.

En la final de la Primera División fueron nombrados los árbitros que mejor estaban. En el primer juego Wálter Quesada, y en el segundo, Randall Poveda.

El primer partido, en términos generales, fue bien conducido, aún con algunos errores.

Pero el segundo de Poveda, sí que fue totalmente desconocido por su parte.

En fin, escoger los mejores árbitros se hace bastante difícil, en un gremio que está muy consumido por el conformismo.

No se han dado cuenta y no les han exigido que demuestren verdaderamente lo que son capaces.

Si no fueran tan conformistas, demostrarían la capacidad que les sobra.

Pero si hay que resaltar a un silbatero, me quedo con Wálter Quesada.

Despierten señores árbitros, no permitan que no les paguen su salario y mucho menos aún, salir a un terreno de juego sin las condiciones mínimas de seguridad, como algo tan sencillo como una póliza que los proteja.

Muchas veces los árbitros son tratados mal, porque ni ellos mismos se dan a respetar.