Apuros con la corbata

Frente a la escuela Buenaventura Corrales, en San José, William Rojas tuvo que emplearse a fondo para hacer el nudo a la pequeña corbata de su hijastro, Carlos Andrés Sánchez. “Siempre se quedan detalles como estos. Por dicha yo tengo práctica”, comentó Rojas, sonriente.

Mientras esperaba por la corbata, Carlos, de seis años, se veía contento por dejar atrás el kínder y empezar las clases en el primer grado.

Cuando Rojas logró hacer el nudo a la corbata, sacó su cámara y se dio gusto fotografiando al niño junto a su madre, Yadira Escorcia. Un bonito recuerdo del primer día en la escuela.

Un luchador llamado Roberth

Roberth Bermúdez Vargas es todo un luchador y un ejemplo de superación.

Padece el síndrome de Asperger, un tipo de autismo caracterizado por la dificultar para interactuar con otros niños y dificultad motriz, pero eso no le impide cursar el cuarto año en la escuela Villa Ligia de Pérez Zeledón.

Su maestra, Dyalá Murillo, comentó que es un niño muy inteligente, con algunos problemas de lenguaje. “Es amante de los juegos de mesa y sus colores favoritos son verde, café y azul”, comentó Murillo.

Ayer estaba muy entusiasmado y se paseaba feliz con su maestra.

Al Coco en bicicleta

Josabar Guzmán, Cristóbal Loría y Daniela Rodríguez tienen en común algo más que ser compañeros en el Centro Educativo El Coco, en Carrillo; los tres van en bicicleta a clases, pues es el medio de transporte más utilizado en la zona de Guanacaste por los estudiantes.

Luis Enrique Rodríguez, padre de Daniela, explicó que su hija, de 8 años, todavía es muy pequeña para viajar sola y prefiere ir a dejarla personalmente hasta la entrada del centro educativo.

“Vivimos como a tres kilómetros de distancia y lo mejor es viajar en bicicleta”, dijo Rodríguez.

Daniela comentó que se siente muy contenta de volver a clases porque se reencontrará con sus compañeros.

Maestro salió a buscar a sus estudiantes

Reinaldo Morales esperó ayer hasta las 10:30 a.m. a sus estudiantes en la escuela de Las Brisas de Pacuarito, Siquirres. Como no llegaron a clases, salió a buscarlos a la Reserva Biológica Barbilla, donde está situada la comunidad indígena de Valle Escondido.

Para estos alumnos, recibir clases no es tan fácil como para muchos otros, ya que deben caminar entre cuatro y seis horas, por la montaña, hasta el centro educativo.

“En total son unos 18 alumnos, de todos los niveles; voy a a avisarles que ya comenzaron las clases”, comentó ayer Morales, antes de emprender el viaje hacia la reserva para buscar a sus estudiantes y hablar con los padres de familia.

Caminan dos horas y luego cruzan el río

Rodolfo, de 10 años, y Ever Rodríguez, de 11, caminaron dos horas desde su casa hasta la orilla del río San Carlos para no perderse el primer día de clases.

Se levantaron ayer a las 4 de la mañana y desayunaron pollo con café antes de emprender la caminata de dos horas y cruzar el río para llegar a la escuela.

Rodolfo va para segundo año y Ever para primero. “Estoy feliz porque pude convencer a mi hermano de que viniera a la escuela”, comentó ayer Rodolfo.

Ellos asisten al centro educativo de Boca de San Carlos, y muchas veces pierden hasta una hora a la espera de que algún vecino los pase al otro lado del río.

En Purisil, ¿quién dijo miedo al frío?

El frío y las lloviznas no fueron problema para unos 30 niños que iniciaron clases en la escuela Purisil de Orosi. En este centro educativo todo empezó puntual, a la 7 a.m.

Los pequeños entonaron el Himno Nacional y rezaron “para empezar las clases con el pie derecho”.

En Purisil hay muchas necesidades, pero también ganas de mejorar las condiciones en las que los alumnos reciben lecciones.

La escuela cuenta con una plantilla de gas para cocinar el almuerzo a los estudiantes, pero no la usan porque que no disponen de recursos económicos suficientes; por esa razón utilizan una cocina de leña.

La directora, Mireya Aguilar, explicó ayer a Al Día que los alumnos siembran árboles para venderlos y recaudar fondos para mejorar la infraestructura.