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 Nacionales Domingo 09 de marzo, 2008, San José, Costa Rica.
   

Quinto domingo de Cuaresma

¿Crees esto?

Álvaro Sáenz Zúñiga, Presbítero

Este es el tercer segmento bautismal y nos enseña a acoger a Cristo, vencedor de la muerte, autor de la vida eterna.

Lázaro es amigo de Jesús y vive en Betania, cerca de Jerusalén, con sus hermanas Marta y María. Lázaro está enfermo, y a pesar del afecto que Jesús le tiene y de la urgencia con que le llaman, no acude a tiempo a curarle. Solo dice: “Esta enfermedad no es mortal; es para gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella”. Cuando por fin se decida a ir, Lázaro habrá ya fallecido.

La muerte es consecuencia irrevocable del pecado. Este marco frustrante e ineludible de derrota y anulación, será útil para que Jesús nos revele su misión: él viene a conjurar el mayor enemigo del ser humano: la muerte.

La respuesta es desde Dios, pero debe plasmarse en la naturaleza humana. Por ello es tan importante el misterio de la encarnación. El Verbo hecho carne, muerto y resucitado de entre los muertos, es quien nos permite tener victoria ante la muerte.

“Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto”, es el reproche de Marta, la hermana del difunto, amiga entrañable del Maestro. Del dialogo fecundo con Jesús brotará el argumento divino: “Tu hermano resucitará”, al tiempo que revela: “Yo soy la Resurrección y la Vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá; y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás”. Y esto tiene como referente una pregunta radical: “¿Crees esto?”

Creer en Cristo, aceptarlo íntegramente, asumirlo como Señor y redentor, es condición imprescindible para obtener la vida eterna. Impacta, sí, la respuesta de Marta: proclama su fe en Jesús como Mesías e Hijo de Dios. Ello permite a Jesús anticipar un triunfo que consolidará más tarde. La respuesta de Marta hace reaccionar a Jesús que actúa a partir de ella.

El Señor pide que le abran la tumba. Primero se rehúsan porque “ya huele”, lleva cuatro días allí, está realmente muerto. Por fin acceden. Jesús, tras orar al Padre, asume con majestad las riendas de la vida, que le pertenecen, y grita: “¡Lázaro, ven afuera!”. Y se da el milagro, el muerto vuelve a la vida y sale del sepulcro, pero con los pies y las manos atados con vendas, y el rostro cubierto por un sudario.

Poco después otro saldrá de su sepulcro. Ya no estará atado por vendas ni envuelto en lienzos. Habrá dejado atrás para siempre toda atadura, inaugurando la vida eterna, abriéndonos por fin las puertas de la gloria.

Por el bautismo, nosotros participamos de esa nueva vida. Sumergidos en el agua para significar que morimos con Cristo, salimos de ella y empezamos a resucitar con Él. Pero “creer” es la clave para que esto funcione, creer y abrazarnos a quien es la resurrección y la vida. Dejémonos iluminar por él, que triunfó sobre la muerte.

Foto: 1925689
Jesús resucitó a Lázaro y dijo “Yo soy la resurrección y la vida” y cada vez, más personas creían en Él .
Internet.

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