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 Nacionales Domingo 09 de marzo, 2008, San José, Costa Rica.
   

Así recuerdan políticos ticos la influencia del líder cubano en nuestro país

La profunda huella de Fidel Castro en Costa Rica

Desde contar con ayuda de ticos en los inicios de la guerrilla en la Sierra Maestra hasta ser inspiración y soporte de grupos radicales y de la conspiración para derrocar a Somoza

Ronny Rojas

“Si yo fuera nica, sembraría de flores la frontera con Costa Rica. Los nicas deberían agradecer a Costa Rica porque si no fuera por su ayuda, todavía tendrían a Somoza en el país”.

Así recuerda el exministro de Seguridad Juan José Echeverría Brealey las manifestaciones del octogenario líder comunista de Cuba, Fidel Castro, al referirse a las relaciones de Costa Rica y Nicaragua.

Echeverría, quien en los años 70 y 80 tuvo una intensa relación con Castro y acciones del Frente Sandinista para derrocar en 1979 a Somoza en Nicaragua, contó que Fidel le hizo tales manifestaciones en uno de sus encuentros.

La huella de la influencia y penetración de Castro, sus agentes y movimiento en nuestro país es ratificada por políticos costarricenses que estuvieron al tanto de sus andanzas, fueron partícipes de sus planes aquí o chocaron con quienes se inspiraban en su radicalismo para la toma del poder.

Una temida figura de la policía secreta cubana, Renán Montero, quien llegó a ser oficial del máximo soporte de los hermanos Ortega en Nicaragua y a quien medios internacionales suponen ligado a actos terroristas, forma parte de las hondas ramificaciones del castrismo a lo largo de su influencia en la región y Costa Rica.

El enemigo es amigo

La influencia del castrismo y sus agentes en el país fue controversial durante la insurrección que llevó al poder a los sandinistas. El 27 de diciembre de 1978, el entonces ministro de Seguridad, Echeverría Brealey, supo que Anastasio Somoza planeaba atacar Costa Rica, motivado por el apoyo del país al ejército sandinista, en la frontera norte.

Tras fallidos intentos por conseguir armas para defender el país, Echeverría acudió al general panameño Omar Torrijos, quien, a su vez, le manifestó que se las pediría a Fidel Castro.

“Al presidente Rodrigo Carazo no le importó que Panamá las pidiera a Cuba”, contó Echeverría.

Así llegaron en varios vuelos, provenientes de Panamá y Cuba, ocho baterías antiaéreas llamadas “cuatro bocas”, de fabricación China, que fueron ubicadas en distintos puntos del país.

Por estos hechos la Asamblea Legislativa censuró a la administración Carazo.

En 1981, cuando Echeverría conoció a Fidel en Cuba, el exministro le agradeció las armas. “Lo que nos hubieran pedido se lo habríamos dado”, respondió Castro. En esa época, Cuba siguió enviando armas desde Panamá al ejército sandinista, y pasaban por Costa Rica con el consentimiento del gobierno de Carazo.

“Lo sabíamos, pero no hicimos nada para evitarlo. El enemigo de nuestro enemigo se convirtió en nuestro amigo”, dijo Echeverría.

Esa estela de conexiones era de más larga data.

Sueños radicales

Con la llegada al poder en Cuba de Fidel Castro, en 1959, mediante el Partido Comunista, se desarrollaron en América Latina movimientos políticos de izquierda, inspirados en el comunismo y las luchas revolucionarias.

En Costa Rica, se creó la Sociedad de Amigos de la Revolución Cubana en 1959, dirigida por Francisco Gamboa, exdirector del periódico “Libertad”.

Con apenas 13 años de edad, Vladimir de la Cruz, hoy historiador, se unió a ese grupo.

“La embajada cubana permitía la divulgación de revistas y folletos con mensajes de Fidel y se estimuló la creación de partidos de izquierda”, contó De la Cruz.

Entre esas agrupaciones estaba el Partido Acción Democrática Popular que llevó al Congreso a Julio Suñol, en1962, como diputado de izquierda.

“Aquí se vivía un ambiente democrático, pero también hubo represión”, aseveró De la Cruz.

Fue Francisco Orlich, para entonces presidente de la República y quien había escuchado a Fidel pocos años antes en la casa de Daniel Oduber, el que la emprendió contra estos movimientos.

Se ilegalizó el diario “Adelante”, que dirigía Joaquín García Monge, quedó prohibido viajar a Cuba y, ocasionalmente, se decomisaban en las fronteras libros y revistas de corte comunista.

La aventura de Castro también inspiró a grupos radicales en Costa Rica, que incluso pensaron en las armas para acceder al poder.

El exdiputado Sergio Erick Ardón fundó el Partido Revolucionario Auténtico en 1963.

“En un momento, creímos que no había otro camino que la lucha armada, pero no teníamos criterios maduros ni conocíamos bien nuestro país y nos equivocamos muchas veces”, dijo Ardón.

“Queríamos tomar el poder para desarrollar esos sueños de justicia de los que se hablaba”, añadió el exlegislador. Esa radicalización de algunos sectores, que no pasó de ideas y actividades aisladas, distanció al Partido Comunista, fundado por Manuel Mora en 1931, de los otros partidos de izquierda, explicó el analista Rodolfo Cerdas.

Mora creía en una revolución pacífica y se opuso a cualquier acción armada, contó a Al Día su hijo, Manuel Mora Salas.

Pasados los años y aplacadas las intenciones militares, llegó la revolución sandinista a Nicaragua, que vinculó nuevamente a Fidel Castro con Costa Rica.

Ocho días en Costa Rica

A inicios de 1956, Fidel Castro estuvo ocho días en San José. Fernando Salazar, quien era un líder de la juventud liberacionista, se lo encontró una noche en la avenida central.

Castro, quien se registró en el hotel Costa Rica con su segundo nombre, Alejandro, venía a reunirse con exiliados cubanos, buscar armas y recaudar dinero para financiar su revolución.

Salazar lo llevó a barrio Dent, a la casa de Daniel Oduber, secretario general del PLN. “Estando allá, llegó Francisco Orlich, quien me pidió que llevara a Fidel a hablar con Marcial Aguiluz”, recuerda Salazar.

Aguiluz estaba muy ligado a los movimientos revolucionarios de Centroamérica, tenía la confianza de Figueres y se comprometió a enviarle armas a Cuba. Fidel regresó a México y dejó en el país a Gustavo Arcos, con quien participó en el asalto al Cuartel Moncada, en La Habana, el 26 de julio de 1953, y un grupo organizado de cubanos.

En marzo de 1958, despegaron de Costa Rica tres aviones cargados de armas, hacia la Sierra Maestra. Uno de los pilotos de esa misión fue Manuel Enrique “Pillique” Guerra. “Él fue allá y regresó sin problemas, por solicitud de don José Figueres”, contó a Al Día la esposa de Guerra, Zully Ramírez.

Mandó callar a Figueres

El expresidente José Figueres Ferrer ayudó al movimiento de Fidel Castro a subir al poder, pero también sufrió el rigor de su autoritarismo.

Durante un acto de celebración del triunfo revolucionario, en marzo del 59, al que fue invitado, Figueres llamó a los cubanos a acercarse a los Estados Unidos. Al escuchar esas palabras, Fidel lo mandó callar.

“Después, en mi turno como orador y con el infeliz sentado a mi izquierda (se refiere a Figueres) y rodeado de soldados barbudos, lo llamé por primera vez ‘Pepe Cachucha’, que fue la manera en que se me ocurrió describir su quepis, cachucha de cachucho, un alfiletero, un botijo. Años después, no obstante, hicimos las paces cuando desencadenamos la guerra de Nicaragua desde La Habana”, dice el escritor cubano Norberto Fuentes en su libro “La autobiografía de Fidel”.

En la delegación tica estaba Fernando Salazar, quien relata que cuando Figueres pronunció su discurso le arrebataron el micrófono.

“Si no hubieran llegado las armas que me mandó ‘Pepe’ Figueres y que me llevó 'Pillique' Guerra, la historia hubiera cambiado en la Sierra Maestra, porque me habrían hecho pedazos”, recuerda el exvicecanciller de Costa Rica, Rodrigo Carreras, que le dijo Fidel Castro el 24 de julio de 1994, en Colombia.

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Fidel Castro otorgó a Manuel Mora Valverde la orden “Playa Girón” en la década de los 80 (fecha no precisada).

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Castro recibe los pabellones de Cuba y Costa Rica, en la isla, en la década de los 70 (fecha y actividad no precisadas).

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Juan José Echeverría saluda a Castro durante un encuentro internacional sobre la deuda externa en Cuba en 1986.

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Imagen captada ese mismo año, de Fidel y Raúl Castro, con el “Che” Guevara y otros guerrilleros en la Sierra Maestra.

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El presidente Rodrigo Carazo y Juan José Echeverría revisan una de las baterías antiaéreas enviadas desde Cuba; después, en julio de 1979, fueron devueltas a Panamá.

Foto: 1925958
Fernando Salazar habló durante una reunión del comité de simpatizantes del Movimiento 26 de Julio en San José, el 27 de agosto de 1957. Aparece Hubert Matos, histórico comandante de la revolución cubana (tercero de derecha a izquierda).

Foto: 1926040
El piloto Manuel Enrique “Pillique” Guerra voló con armas hasta las montañas cubanas en marzo de 1958.

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