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Los ticos somos verdaderos fiebres para el teléfono ¿Todo un día sin el celular? ¡Ta’ loco! Para el 2010 el 61 por ciento de la población nacional tendrá un aparato con línea, según estimaciones del ICE Alejandro Arley Vargasaarley@aldia.co.cr ¿Usted podría pasar un día entero sin usar el celular? La idea de quedarse 24 horas sin teléfono móvil asusta a más de uno en Costa Rica. Y no es cosa mía, de verdad, lo dice la gente en la calle con tono de angustia.
“Ta’ loco”, “Dios guarde”, “lo necesito por el trabajo”, “sería un desastre”, “fatal”, son las respuestas que escucho en San José cuando pregunto si se podría prescindir del “aparatito”. Los ticos tenemos fama mundial, y con justa razón, de ser unos fiebres del celular. Actualmente hay 1.629.892 líneas activas, 1.166.503 son GSM y 463.389 son TDMA. Hágale números. En promedio cada usuario de celular en el país paga ¢10.196 de recibo mensualmente y por día se mandan 20 millones de mensajes de texto, es decir, cinco por cada habitante en suelo nacional. Entre las bondades del celular la gente recalca que sirve como despertador, cámara fotográfica, de video, navegador de Internet, agenda, reproductor de música, grabadora y, por supuesto, para estar en contacto con amigos, familiares y compañeros. ¿Indispensable? Es jueves. Camino por el pretil de la Universidad de Costa Rica y los celulares brotan tanto como los cuadernos. Hay música en vivo, pero muchos prefieren oír la de su teléfono. Hay estudiantes sentados uno al lado del otro, pero no se ven las caras... ven las pantallas. “Yo me quedé un día sin celular y fue un desastre. No me encontraban mis clientes y mis alumnos”, cuenta Leonardo García, quien es estudiante de ingeniería civil, trabaja y da cursos de dibujo arquitectónico. “El recibo me ha llegado hasta por ¢30 mil en un mes, es que hablo mucho. Ahora mis papás no me lo pagan si me paso de ¢10 mil”, dice con resignación Giorgianella Badilla, de 17 años y estudiante de ingeniería eléctrica. El viernes toca la avenida central. “Me siento raro sin el teléfono, es como si me desconectara del mundo o de los amigos”, afirma Rudy Campos, de 15 años y alumno del Liceo Laboratorio. “Después de siete rojos, mis tatas no me lo pagan. Una vez me lo quitaron por usarlo en la clase ”, agrega el joven. Para otros, el trabajo es el gran “culpable” de que usen mucho el teléfono celular. Uno de esos es José Chacón, que da mantenimiento a máquinas para pagos con tarjeta. Lo llaman tantas veces al día que optó por usar el manos libres permanentemente. “Si pudiera no lo andaría, pero tengo que contestar sí o sí. Imagínese que no me localicen para atender averías o instalaciones nuevas”, expresa el trabajador. No voy a mentir, yo los entiendo. Ayer iba para el periódico en plena Florencio del Castillo y me devolví a la casa en Cartago porque me di cuenta de que no andaba el celular... ¿muy feo?
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