Nuestro amado fútbol
Terribles las dudas contra los árbitros Amado HIDALGO
Después de mi columna anterior, donde cité el gol de Esteban Ramírez a Carmelita como un ejemplo de violación al juego limpio, varios lectores me han reclamado por otras acciones, donde los árbitros se equivocaron inducidos por la farsa de un futbolista.
Impericia arbitral no da siquiera para insinuar fraudes con participación de réferis.
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Les he explicado que esa jugada fue un ejemplo casual, como pudo serlo cualquiera de las otras acciones que, por reiterativas, no sería posible citarlas en su totalidad.
Retomo el asunto porque, si bien es preocupante la mala hora del arbitraje, terrible resultan las excusas, dudas y acusaciones causadas por esos yerros del referato.
Un señor, que viene de un país cíclicamente sacudido por escándalos en su campeonato de fútbol, se atrevió a hablar de una “mafia”.
Tan severo crítico del entorno arbitral nunca se preocupó por aclarar denuncias, en relación a la forma en que la franquicia que ocupa su equipo, pasó de una asociación extinta jurídicamente, a otra que terminó vendiendo los cuestionados derechos.
Desde la llegada de Brujas a la primera división, he tenido la certeza de que la mayoría de sus accionistas y allegados no están interesados en consolidar una institución futbolística, sino en canjear y vender jugadores a diestra y siniestra, como fórmula para engrosar billeteras.
Hasta hoy es un equipo errante, que inició su aventura en la pampa, donde dejó a una provincia sin su principal activo futbolero. Luego fue a Escazú y tampoco encontró identidad con el pueblo, por lo que ahora se ha refugiado en Desamparados.
Por ahora es una sociedad deportiva que está sacudida por los entredichos.
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