Lunes 19 de mayo de 2008, San José, Costa Rica
Nacionales | Íngrima
Pido la Palabra

Ana Coralia Fernández
Periodista
paradigma@racsa.co.cr

No más vio la luz y le cayeron encima trillones de baleados, asesinados y heridos. Cientos de datos apocalípticos acabaron con su pequeña luz, pero, aun así, brilló lo suficiente para guardar la ilusión de verla de nuevo, escucharla o verla retratada en alguna primera plana.

Su voz –la misma de la esperanza– fue difícil de oír entre los gritos de las alzas y las bajas del dólar, los terremotos y la creciente violencia percibida y sentida por todo lado.

Ella venía descalza, mas sonreía; sin aspavientos ni lujos, nos trajo el bálsamo fresco para aliviar el dolor de una gran herida que no sana.

Los horrores del mundo la desafiaron. Contra toda probabilidad de éxito, se dejó venir y dijo: -“Estoy aquí, y me abriré paso como la vida”-.

De pronto desapareció, y por más que usted la necesite para subir la cuesta, pueden más las rimbombantes malas nuevas y viejas, rivales entre ellas por llenarnos de zozobra y desesperanza.

Puede más la manía de apostar a lo malo para impactar a la población que el deseo y la intención de encontrar, contar, difundir y contagiar lo bueno que ocurre a nuestro alrededor como un conjuro cotidiano para empezar la jornada con la certeza de que algo saldrá bien. Lo importante es que así pequeñita y casi invisible, una buena noticia nos revitaliza y reconcilia con la vida.

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