Lunes 3 de noviembre de 2008, San José, Costa Rica
Nacionales | Columna de opinión
Pido la palabra: El jardín

Ana Coralia Fernández
Periodista
paradigma@racsa.co.cr

Ayer el cementerio parecía un jardín. En cada lápida había al menos una flor o un minuto de silencio.

Valdecitos de agua, cepillos y detergentes fueron por un día, aliados del cariño, de quienes visitamos a nuestros muertos queridos. Afanosos lavamos y arreglamos esa tumba que representa –como dicen la viejitas-, “la última morada” de alguien que alguna vez, soñó, caminó y compartió su existencia con nosotros.

Así, quitamos las hierbas y las briznas que la naturaleza pone allí como un mensaje cifrado de esperanza, pues la vida surge en los lugares más insospechados.

Allí se pueden ver padres sin hijos, hijos sin padres, ancianos, jóvenes y niños, familias enteras y extraños solitarios visitando sin ningún compromiso a esas personas que significaron tanto.

El Día de los Difuntos, es uno de esos, en donde el campo santo se desviste de sus estampas tétricas y dolorosas, para convertirse en un lugar para recordar la vida: la que se tuvo, la que se compartió, la que se fue.

A ellos, a los idos, les rezamos, los recordamos, les hacemos preguntas que no tienen respuesta. Finalmente, con un beso y la señal de la cruz, cerramos la visita con un “descansen en paz, amén”.

No hay carcajadas, ni gritos, ni siquiera un lamento. Salimos en silencio y despacio, satisfechos de haber venido a dejar una ofrenda y con la fe inquebrantable, de encontrarnos luego, en algún vecindario del cielo.

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