Antonio Alfaro, periodista
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¡Muchas gracias, mi líder!, me dice el chavalo de la camiseta amarilla, alcancía de lata en mano y sonrisa de buen día, justo antes de partir hacia el carro de atrás. Del rojo al verde del semáforo no hay mucho tiempo para pedir, pero sí para agradecer.

¿Yo su líder? Y ¿qué hice? Por tres monedas que sonaron en el fondo del tarro ya soy su líder.

Lo sé, lo sé. Así le dicen a usted, a mí y todo aquel que coincide en la esquina con ellos y el semáforo en rojo. “Líder es un ejemplo, una persona importante”, me dice Bryan, aún en tratamiento en uno de los hogares. Y yo ¿qué hice?, sigo preguntándome.

¿Yo?, no. Líder el que supera la drogadicción, el que cae y se levanta. “Nadie sabe lo duro que es estar en tratamiento”, confiesa Roberth, otro joven que lucha por ganar la batalla.

Recuerdo ahora aquel día en el Orfanatorio San José. Cubría la visita de la Selección cuando, casi de salida, dos muchachitas y un joven me pidieron posar con ellos para la foto. ¡Yo no!, les dije, no soy jugador, sino periodista. “Sí, para tener una foto con un periodista”, me respondió él.

¡Qué no daría hoy, unos doce años después, por saber de ellos y pedirles una foto que me recuerde quién soy y lo que la vida me da!

Mis líderes son, como muchos que recorren nuestras calles, aquellos que luchan por ganarle a la adversidad.