Domingo 16 de agosto de 2009, San José, Costa Rica
Nacionales | Basura, malas calles, desorden, piratería e inseguridad
Un desmadre de frontera en Canoas
Pase a Panamá y palpe la diferencia
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    Esta es la “postal” turística que muestra Paso Canoas todos los días. Fotos de Herbert Arley.
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    Uno de varios montones de basura que hay en la zona.
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    El desorden es el panorama habitual. Los puestos de ventas de ropa son al mejor estilo chinamo y la suciedad y el polvo acompañan a los transeúntes.
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    Los servicios para los turistas son similares en ambos lados de la frontera. Hay tiendas, bares, restaurantes y hospedajes, sin embargo, en Panamá, la infraestructura está mejor.
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    Así luce el último tramo de carretera costarricense antes de llegar al puesto de Migración y aduanas. Cuando llueve, los charcos son los protagonistas.
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    Apenas se cruza la línea, Panamá lo recibe con una carretera bien hecha. El tramo entre Concepción y la frontera fue terminado en el 2005. La diferencia es abismal.
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    Adivine cuál de las dos carreteras en esta imagen pertenece a Costa Rica. No se equivocó, a la derecha está la nuestra y la de la izquierda es de Panamá.

Alejandro Arley Vargas
aarley@aldia.co.cr

Sentí pena, vergüenza y hasta desilusión.

Esta vez no estoy hablando de la “Sele”. Me refiero a lo que viví cuando llegué a la frontera de Paso Canoas, el miércoles pasado.

Lo mal que nos vemos en Centroamérica en temas futbolísticos no es nada en comparación con el deprimente ambiente en el principal fronterizo, al sur del país.

Del lado tico, reinan la basura, los indigentes, las calles despedazadas, el caos vial, ventas de comida callejera y de discos piratas.

Y hay que pedirle a Dios que no llueva porque las calles se convierten en verdaderos barriales.

Este es el rostro que le ponemos todos los días a los cientos de turistas que se movilizan por ese sector.

Paso Canoas sigue siendo un sitio ideal para comprar por los precios bajos, pero no invita a quedarse ni cinco minutos.

“¿A dónde está la plata que entra a Canoas? Esto lleva años así”, se quejó Ignacio Saldívar mientras caminaba por la pésima calle que conduce al conflictivo barrio San Jorge.

Nos da más pena al cruzar la línea divisoria; el panorama del lado panameño es otro. Se ven vías bien asfaltadas, amplias, limpias y con señalización.

“La revisión técnica exige y vea la porquería de calles que tenemos por acá”, me señala Feliciano Olaya.

Como consuelo tal vez quede que en ambos puestos de migración los trámites son lentos y el trato no es el mejor.

Drogas al acecho

La inseguridad cada día mete más miedo en la frontera.

La Fuerza Pública lucha contra el trasiego de droga en pequeñas cantidades y en promedio registra un robo diario a viviendas, informa Renán Valverde, subjefe de la delegación policial.

Este año hubo al menos tres homicidios, debido a “ajustes de cuentas” por drogas.

La Fuerza Pública calcula que hay unos 60 pasos a lo largo de la línea fronteriza que son utilizados por los narcotraficantes, entre ellos Darizara, “calle chorizo” y Picamila.

Para vigilar todo Paso Canoas, la policía cuenta con 72 oficiales que se distribuyen en tres turnos. Ahora tienen un poco de ayuda de personal que está terminando en la academia.

¿Cuánto tiempo más estará Paso Canoas así? ¿Seguirá siendo solo un sitio para comprar barato?

Un marero como si nada, pero escondido

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El marero de la frontera fue identificado por los tatuajes.

La preocupación llegó a los vecinos de Paso Canoas al saber que un hombre, miembro de una “mara” o pandilla salvadoreña, vivía en la zona y participó la semana pasada en el secuestro de dos hermanos en Paso Ancho.

El sujeto de apellido Paz vivía en el barrio San Jorge, lugar que es ahora considerado por la policía de Paso Canoas como peligroso.

Este lugar donde habita gente honrada y trabajadora, según oficiales de policía consultados por Al Día, sirve de escondite a sicarios y traficantes de drogas.

Los vecinos están conscientes de la situación, pero intentan hacer su vida con toda normalidad.

“Yo me vine para acá de Leon XIII huyendo de ese tipo de problemas y vea ahora cómo estamos”, dijo el dueño de un negocio que no se identifica por razones de seguridad.

“Aquí hay pleitos y problemas por drogas”, agregó otra joven de apellido Martínez, vecina del barrio San Jorge y madre de dos hijos. La Policía cree que, al igual que Paz, otros mareros están en Paso Canoas.

Paz, según fuentes policiales, casi no salía de la casa. Al estar sin camisa sus tatuajes de la mara Salvatrucha (MS-13) lo delatan. Uno de los tatuajes que tiene en su pecho dice: “perdón a mis hijas por mi vida loca”.

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