Franklin Arroyo González
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Lilliam González es un verdadero ejemplo de una mujer empresaria, con visión, que empezó de cero un negocio y que hoy, junto a sus hijos, disfruta del éxito.

Es codueña de la procesadora de palmitos y piñas en conserva Alpigo.

Madre de Magdalena, de 16 años, José Rodolfo, de 14, Catalina, de 12, y Braulio, de 5, su mejor regalo, según dice, es seguir gozando de la confianza que ellos le han demostrado.

“Lo que deseo es que se mantengan unidos, que estén conmigo, que no pierdan esa confianza que me tienen para hablarme de todo, sin sentirse mal”, afirma.

El éxito como empresaria le ha dado cierta comodidad, pero dice que eso no tiene ninguna relación con una buena educación para sus hijos.

“Lo primero que hay que darles es amor, no necesariamente cosas materiales. Si no hubiera sido empresaria, todo mi esfuerzo en cualquier otra ocupación, también hubiera sido por ellos, por darles lo mejor”, expresa González, quien tiene su fábrica en Venecia de San Carlos. Ella comenzó como empleada de una distribuidora de jugos y de pronto se dio cuenta de la necesidad que había en el mercado por el palmito. Con sus contactos inició un pequeño negocio y hoy es exportadora.