DPA.- Apenas unos metros separan ya a la familia Obama de la Casa Blanca. Desde el lujoso hotel Hay Adams, el futuro presidente podría incluso mirar los que pronto serán sus jardines, si no estuvieran colocadas las tribunas para su próxima investidura.

Una calle y un parque se interponen entre la sede presidencial en Washington y el hotel donde se aloja Barack Obama, su esposa Michelle y sus hijas Sasha, de siete años, y Malia, de diez.

El futuro presidente pidió instalarse en la Blair House, la casa de invitados de la Presidencia, pero la respuesta de la Casa Blanca fue que estaba llena debido a las celebraciones de despedida del Gobierno saliente. Obama y su familia no podrán mudarse allí hasta cinco días antes de que comience su mandato, el 20 de enero.

Pero la familia de Chicago no podía esperar tanto tiempo. Las niñas debían estar en Washington para iniciar hoy sus clases en la escuela privada Sidwell Friends. Las tasas escolares del centro educativo religioso ascienden a unos $28.000 al año, pero por encima del precio, los Obama buscan seguridad.

Y, mientras tanto, garantizar esta es el objetivo del hotel. Pero la calma de los Obama podría verse perturbada por otros medios ya que la revista “Forbes Traveller” advierte que allí aparecen fantasmas y por las noches se oyen personas llorando en los pasillos.

El mandatario electo también está lidiando con la renuncia de Bill Richardson, a quien había escogido como Secretario de Comercio de su Gobierno, pero que dimitió ayer al cargo.

Richardson, gobernador de Nuevo México, anunció que su renuncia se debe a que una empresa que respaldó con fondos su campaña electoral y que tuvo rentables contratos en el estado que lidera, está bajo investigación federal por corrupción.