Isaac Lobo
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De respuestas rápidas, graciosas y tan filosas como navajas, Jorge Arroyo decidió conversar sobre temas de actualidad, como si se estuviéramos al frente del fogón, evocando a aquellos amigos que se sentaban a charlar en tiempos ya idos.
Acaba de ganar el premio nacional Aquileo J. Echeverría por su obra “La romería”, ya lo había obtenido en tres ocasiones más.
El arribo al poder de Barack Obama, la nueva Ley de Tránsito y el terremoto que casi lo agarra en su casa de Poasito fueron algunos de los temas tratados.
Con un café, la mente abierta, las risas a flor de piel y como única condición de no ahondar en temas políticos, empezamos la conversación.
¿Le pasó algo a su casa en Poasito?
No le pasó nada, de forma increíble, ni una rajadura, pero cuando llegué me encontré las camas a la mitad del cuarto y eso que estaban pegadas a la pared.
¿Estuvo de acuerdo con que no se cancelara Palmares?
Yo estuve en Poasito el día del tope de Palmares, la gente seguía su vida normal. La monotonía del lugar la rompían los helicópteros, pero la gente del lugar se está levantando. Cuando pasa una gran desgracia, la sociedad necesita distractores, ir a una rueda de Chicago y ¿por qué no?, pegarse una borrachera.
¿Se imaginó ganar el Aquileo?
No, pensé que lo ganaría otro. A mi los premios me sirven para ser muy productivo. Cuando obtuve este premio en 1996, hice siete obras de teatro en el 97.
¿Qué los hace?
Los guardo en cajas, no me gusta verlos.
¿Cómo ve la nueva Ley de Tránsito?
Estoy totalmente de acuerdo a que se pongan frenos. Hay que parar a la gente que se emborracha y maneja. Fue harina para mi propio costal, porque uno no toma conciencia cuando tiene tres “guarapetazos” entre pecho y espalda.
¿Le pasó algo?
Sí, me pasó joven, quedé mordiendo poste. Choqué mi carro, por dicha no pasó a más. Quedé curado, la gente no tiene que pasar por eso.
¿Iba con Obama?
Espero nunca tener que votar en los Estados Unidos. Ese país venía con una pérdida de imagen, una debacle económica y la gente no quiere nada de la dinastía Bush. Sí me tocó la idea del cambio.
¿Ganó Obama por ser bueno o por ser diferente?
Es un hombre negro, que se muestra como príncipe negro, que plantea una resolución de cambio que el país necesita. Ahora es el dueño de la esperanza del mundo. Es un señor de acción, coherente con su discurso.
¿Toda escoba nueva barre bien?
Sí, pero no como aquí, que la escoba se queda nueva porque nunca la usan. Recordemos que si en Estados Unidos llueve, nosotros nos mojamos. Los aletazos del águila producen huracanes por estos lados.
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