MSc. Margarita Murillo Gamboa
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Entre los 9 y los 11 años se deben destacar algunas diferencias importantes entre los niños y las niñas, sobre todo porque estaremos construyendo esa capacidad de relacionarse y crear sus imágenes, las cuales serán importantes para las relaciones con los otros.
Las niñas, casi muchachas en muchos casos, buscarán encontrar una imagen con la cual identificarse. Ahí precisamente está el asunto, al querer edificar esta imagen es cuando pueden comenzar a nacer algunas alteraciones en la adquisición de lo que se quiere ser como mujer.
Cuando las niñas comienzan a presentar los primeros signos puberales no podemos dejar de lado que las hormonas estarán presentes, y que precisamente la edad sexual en la que comenzarán a estar, se caracterizará por los picos o altibajos en sus emociones.
Estas serán muy cambiantes, pasarán de la alegría a la tristeza, el enojo o la inseguridad con una rapidez sorprendente.
Es aquí donde entran a formar parte los padres, madres y maestros (as). Nos corresponde afianzar ese encuentro con lo que ella es, consolidar sus habilidades, atender sus debilidades y promover al máximo el desarrollo de sus potencialidades.
Es importante que comience a conocer su cuerpo y sus cambios; que los podamos ligar al respeto y dignificación de sí misma. Es necesario que se explore y que se acepte, no hay que promover que no se toque ni se vea, porque eso simplemente no está bien.
En esta época la influencia de las amigas, los famosos sarcasmos y chismes entre ellas, la forma tan cruel como se tratan y degradan, es necesario abordarlo y corregirlo en todo momento.
Todo eso se puede abordar con mucha firmeza y luchando porque asuman valores hacia el respeto mutuo, la aceptación, y la promoción de encontrar identidades que sean acordes con sus realidades.
Como ejemplo, las que son de contextura gruesa pretenden ser de contextura delgada o viceversa. A lo mejor nosotros los padres y madres entraremos en un estado de desesperación y lucha frontal por convencerlas de que son preciosas.
Pero no es un asunto de decirlo, ellas cuando se miran al espejo ven los cambios que son drásticos y se producen en muy corto tiempo. Llegan a sentir vergüenza, temor, duda, confusión, se comparan o se lastiman.
Debemos promover el encuentro y reconocimiento claro de los cambios emocionales y físicos, así como de los procesos que se seguirán dando para evitar que desarrollen depresiones y complejos o fobias innecesarias.
Se debe fomentar mucho el deporte, tanto en hombres como mujeres. Ambos deben aprender a buscar un espacio mediante el cual puedan tener una buena salud y que sea un medio recreativo de estabilizar emociones.
Nuestro papel es el de ser firmes y amorosos, creativos para encontrar salidas que promuevan la máxima realización en todos los ámbitos en una interacción con el encuentro de comenzar a convertirse en muchachas.
Tanto el papá como la mamá, deben consolidar un espacio de diálogo y de encuentro para estar con los hijos.
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