Franklin Arroyo González
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José Pablo Tamayo, cura de San Miguel de La Unión, ya perdonó a los dos individuos que el lunes pasado lo balearon en el tobillo para robarle ¢65.500.

Dijo que merecen una vida más digna y que Satanás pudo interceder en los jóvenes para que cometieran el acto ilícito.

¿Cómo fueron los hechos?

Fui al Banco Nacional de Tres Ríos a depositar ¢65.500, de dos meses de ofrendas, pero yo no sabía que el banco no hace ese trámite por las tardes. Me fui para la iglesia donde oficio las misas en San Miguel. Antes de bajarme llegaron los asaltantes, con violencia. Traté de dialogar, pero solo querían que les diera el dinero. Cuando hice el movimiento para darles lo que me pedían, me dispararon.

¿Supieron que era cura?

Sí, nunca me quito el hábito sacerdotal. No tengo por qué hacerlo. Además se los dije.

¿Usted los perdona?

Sí y ojalá se arrepientan antes de que lleguen al juicio final.

¿Cuál fue su reacción al verse ante dos asaltantes?

Por ser sacerdotes no dejamos de ser humanos, uno siente miedo. Por ser cristiano tuve entereza y paz para entablar un diálogo, para intentar que salieran de esa situación porque ellos merecen lograr más dignidad.

¿En su soledad, lloró por lo sucedido?

Sí y oré por ellos. Estoy consciente que no soy el único. Hay muchas víctimas y todo es por este materialismo ateo. Me atrevo a decir que no hay crisis económica, lo que hay es una crisis humana y religiosa. Un afán desmedido por tener y gozar.

¿Los había visto?

No los pude ver, andaban cascos. Dicen que el día anterior merodearon por el lugar. Otros dicen que me siguieron, pero pudo ser que hayan sido utilizados por el enemigo común de la humanidad y de Dios, Satanás.

¿Tiene alguna petición para las autoridades?

Para el Presidente, para las autoridades de justicia, diputados y ciudadanos... acerquémonos a Cristo nuestro Señor, permitamos que cambien nuestros corazones. Así podremos cambiar más eficazmente las estructuras.