Alexander Aguilar
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Mares de tinta se imprimieron en los periódicos sobre temas del partido entre Costa Rica y Honduras, y se hablaron cientos de horas en el micrófono.

Mucho se dijo en uno y otro país, pero eso ya no cuenta. Es hora de jugar con el corazón en la mano. Ticos y catrachos reunidos en el Ricardo Saprissa, en busca de dar el primer golpe de la hexagonal final de CONCACAF.

Un juego con historia, 90 minutos de altísima tensión. Los hondureños mínimo en procura del empate, los costarricenses solo pensando en la victoria; con el triunfo entre pecho y espalda.

Honduras con su carga pesada de legionarios crecidos y decididos. Costa Rica lista para probarse de verdad, luego de una fase previa que resultó sin espinas.

“A mí me preocupa todo en Honduras, porque su juego lo basa en el conjunto. Tampoco se puede separar lo individual de lo grupal, hay que cuidar siempre todo”, señaló el seleccionador nacional, Rodrigo Kenton.

El partido de esta noche es para romper mitos. La Tricolor hace casi 50 años que no le gana a Honduras un juego eliminatorio como local y la “Sele” nunca pudo ganar el primer juego de una hexagonal, que siempre le tocó abrir en casa. Es una noche para ilusionarse con otro Mundial.

Hay que comenzar bien. Con victoria, con juego efectivo más que vistoso. A ganar sí o sí.